EL próximo 8 de agosto se cumplen 75 años de la formación de Euzko Gudarostea, las milicias nacionalistas vascas que se constituyeron cuando los gudaris acuartelados en el santuario de Loiola, en Azpeitia, hicieron un llamamiento general para que se les unieran todos los afiliados del PNV y sus simpatizantes en edad de combatir. La sublevación de los militares contra el Gobierno de la República había estallado el 17 de julio de 1936 en Marruecos, trasladándose al día siguiente a la península. Tras las primeras horas de incertidumbre, el Partido Nacionalista Vasco anunció su posicionamiento a favor de la legalidad republicana la mañana del día 19, mediante la publicación en su órgano oficial, el diario Euzkadi, del siguiente comunicado:
"Ante los acontecimientos que se desarrollan en el Estado español, y que tan directa y dolorosa repercusión pudieran alcanzar sobre Euzkadi y sus destinos, el Partido Nacionalista declara -salvando todo aquello a que le obliga su ideología que hoy ratifica solemnemente- que planteada la lucha entre la ciudadanía y el fascismo, entre la República y la Monarquía, sus principios le llevan indeclinablemente a caer del bando de la ciudadanía y la República, en consonancia con el régimen que fue privativo con nuestro pueblo en sus siglos de libertad".
Así, el PNV había lanzado el llamamiento a la organización de milicias para defenderse de los sublevados y controlar el orden público frente a posibles revueltas. Hay que recordar que el término Euzko Gudarostea hacía alusión únicamente a las milicias nacionalistas vascas, casi tres meses antes de la formación de los batallones como tal. Los carnés de los gudaris y otros documentos administrativos para su organización y formación, así lo demuestran. Sin embargo, debido al mayor número de unidades militares vinculadas al Partido Nacionalista Vasco dentro de los batallones que luego configuraron el Ejército de Euzkadi, el título de Euzko Gudarostea se empleó en muchas ocasiones para referirse a todo el Ejército vasco dirigido por José Antonio Aguirre como consejero de Defensa, y en el que también tuvieron cabida unidades de otras corrientes ideológicas (socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas...)
primeros enfrentamientos En el verano de 1936 las milicias del PNV se constituyeron tanto en Gipuzkoa como en Bizkaia, los territorios vascos donde no había triunfado la sublevación militar, a diferencia de Araba y Nafarroa. Y esas primeras milicias nacionalistas, junto con las demás unidades militarizadas de los partidos republicanos, dirigidas por las Juntas de Defensa, fueron las que mantuvieron los iniciales enfrentamientos con los sublevados en el frente de Kanpazar, Mondragón, Beasain, Tolosa y sobre todo Irún.
Pero no solo en Euskadi se formaron milicias. Como recordaba el lendakari Jesús María Leizaola en la revista Euzkadi de diciembre de 1978, "es de justicia mencionar para esta época la acción de las milicias vascas en el frente de Madrid, porque estas milicias vascas, además del nombre, adoptaron como bandera la ikurriña bicrucífera de Euzkadi, creada por Arana y Goiri la cual, en el mes de agosto del año 1936, mereció aparecer honrosamente en la primera página del diario Abc al recuperar aquellas milicias vascas la localidad de Boadilla del Monte para la democracia de la República española".
La guerra se desataba así en Euskadi iniciando una época de horror, sangre y muerte que llegaría a durar, en contra de todas las previsiones, 11 largos meses debido al arrojo y valentía de toda una generación de jóvenes vascos que, sin ser un ejército profesional, tomaron las armas para hacer frente a las superiores tropas del bando nacional. Su decidida y sacrificada resistencia a los sublevados les hizo ganarse el sobrenombre de héroes que dio la vuelta al mundo.
Si bien el germen de las milicias vascas creadas en Azpeitia quedó bajo la dirección y mando de Cándido Saseta, capitán de Intendencia, y el control de los diputados Manuel de Irujo, Jose María Lasarte y Telesforo Monzón, fue Ramón Azkue la persona con mayor responsabilidad en todo Euzko Gudarostea, dirigiendo y supervisando la movilización de los gudaris desde su puesto en la sede del PNV en Bizkaia. Este cargo le costaría la vida cuando cayó prisionero en Santoña y fue ejecutado el 15 de octubre de 1937 junto a otros 13 dirigentes del resto de las fuerzas políticas democráticas.
tres fases La contienda militar en Euskadi tuvo tres fases consecutivas, cada una de ellas con acciones relevantes y combates que se recordarán siempre. La primera, desde el alzamiento hasta la constitución del Gobierno de Euzkadi, el 7 de octubre de 1936, donde los enfrentamientos más violentos se desarrollaron en Gipuzkoa hasta la pérdida de la práctica totalidad de este territorio; una segunda fase, hasta el 31 de marzo de 1937, de estabilización de los frentes de combate en la muga entre Gipuzkoa y Bizkaia, desde Ondarroa hasta Kanpazar pasando por Markina, Eibar o Elgeta, y finalmente, los tres últimos meses desde abril hasta la caída de Bilbao, el 19 de junio, y la pérdida completa del territorio vasco, pocos días después, tras las muchas batallas sucedidas en Bizkaia.
El ejecutivo presidido por José Antonio Aguirre, una vez constituido, militarizó rápidamente todas las milicias encuadrando a los combatientes en batallones: Arana Goiri, Saseta, Martiartu, Araba, Itxasalde, Padura... y así hasta conformar las 28 unidades vinculadas al Partido Nacionalista Vasco.
La primera acción ofensiva del Ejército vasco fue la realizada sobre Araba, conocida como la batalla de Villarreal; se saldó con numerosas bajas para los gudaris y sin conseguir los objetivos marcados. En el invierno del 1937 una división vasca participó en el intento de liberación de Oviedo. Una de sus brigadas, compuesta por el Batallón Amaiur (PNV), Euzko Indarra (ANV) y el Perezagua (PC), estuvo bajo las órdenes del comandante Cándido Saseta -quien falleció en aquella expedición-.
la gran ofensiva Pocas semanas después se iniciaría la gran ofensiva de los sublevados sobre Bizkaia, con ayuda del potente armamento de italianos y alemanes, que realizaron bombardeos masivos a ciudades indefensas. Durango, Gernika, Amorebieta, y muchas otras localidades vascas fueron el escenario de operaciones de una nueva forma de hacer la guerra que se desarrollaría con más profusión durante la Segunda Guerra Mundial. La finalidad de los bombardeos indiscriminados sobre la población civil fue demostrar la gran capacidad de destrucción que tenían. Los aviones fascistas aniquilaron a aquellos que sobrevivían a las bombas y huían despavoridos, siendo ametrallados por los cazas.
Gorbea, Sabigain, Urkiola, Sollube, Peña Lemona, Artxanda... nombres de cimas donde se libraron los más sangrientos combates que soportaron heroicamente los integrantes de Euzko Gudarostea, reconquistando por las noches palmo a palmo lo que se perdía durante el día; con cientos de bajas en sus filas, entre ellos muchos de los mandos que dirigieron a los gudaris por la defensa de sus ideales de democracia y justicia. Los apellidos de los comandantes Saseta, Bediaga, Castet, Larrañaga o Amunarriz, entre otros, representan y simbolizan a los miles de héroes anónimos que lucharon y murieron en el frente, padecieron prisión, fueron fusilados, o sufrieron exilio y represión por defender la causa de la libertad para los vascos. Unos 60.000 jóvenes formaron parte del Ejército vasco, y de los cuales más 7.000 quedaron para siempre en el campo de batalla. Una generación diezmada por la guerra.
Con la celebración del Gudari Eguna, impulsada por el PNV desde 1965, siempre se ha querido rendir un homenaje, como se decía en su boletín Alderdi, "a los hombres que lucharon en 1936, a los millares que derramaron generosamente su sangre en nuestras montañas…"; es decir, un homenaje a todos los miembros nacionalistas que formaron parte de Euzko Gudarostea y, por extensión, a todos aquellos que lucharon o dieron su vida por Euskadi, con independencia de su filiación política e ideológica.
(Deia. 11 / 06 / 2011)