Martxelo Álvarez es el rostro más visible y portavoz habitual de la plataforma Ahaztuak 1936-1977, que lucha codo a codo junto con las víctimas del golpe de Estado, de la represión y del régimen franquista. Ha analizado para GARA lo que ha dado de sí el recién terminado año 2008.
Junto con el final de año, en el que tanto se ha escrito y polemizado en relación a la Memoria Histórica, este diario ha querido conocer el balance que hace el colectivo Ahaztuak 1936-1977 del ejercicio recién finalizado. Para ello, se ha reunido con su portavoz, Martxelo Álvarez.
¿Cuál es la valoración que hacen de este 2008?
Hacemos una valoración que tiene dos caras. Por una parte, es una lectura positiva porque hemos conseguido que se haya seguido profundizando con fuerza la reflexión en torno a que esta problemática existe en la sociedad.
Hay sectores que han seguido viendo la necesidad de seguir luchando por esta causa, y que han seguido viendo tanto a Ahaztuak 1936-1977 como a otros grupos como una referencia, sin dejarse llevar por los cantos de sirena o las ofertas de una vía muerta, sin mayor consecución que un debate sobre la Ley de Memoria Histórica.
¿Y la parte negativa?
Algunos sectores se han mostrado permeables a diferentes ofertas que han llegado tanto desde el Gobierno español, como desde el poder en general. Ha habido asociaciones dispuestas a asumir que la lucha por la Memoria Histórica casi se limitaría a la exhumación de fosas y a la identificación de desaparecidos.
Se han mostrado, incluso, dispuestos a aceptar algunos parámetros de la Ley de Memoria Histórica que, en un principio, no parecían dispuestos a aceptar. Esa aceptación viene desde una lectura en clave posibilista y conformista.
¿Con qué reflexión se quedan?
Ha sido un año totalmente positivo porque el debate ha ido más allá de la mera exhumación de fosas. Se ha entrado en reflexiones de tipo mucho más democrático, como el debate entorno a la anulación de la Ley de Amnistía de 1977, o la posibilidad de encausar a los gerifaltes del régimen franquista.
Por primera vez, en un auto judicial, se ha visto reflejada la reflexión sobre el régimen franquista y sus responsables, hablando de identificarlos y de una posible toma de medida contra ellos. Todo esto es el fruto de la lucha que estamos realizando, codo a codo con los familiares y otras víctimas del franquismo.
¿Cuáles son los pasos que se han dado hacia delante?
El auto de Garzón es algo positivo, porque se hace desde un punto de vista que no gusta a las altas esferas, ni políticas ni judiciales, como hemos visto después. El contenido refleja cuestiones que ya estaban dichas, pero es la primera vez que en un auto judicial se habla de un golpe militar, de delitos de lesa humanidad y de genocidio. Además, se señala como responsables a determinadas personas y estructuras políticas.
¿Qué repercusión tuvo este hecho?
Muchos sectores vimos abierta la posibilidad de mantener la lucha que desarrollamos para ir dando pasos en clave movilizadora y de generar un problema político al poder, mientras esto no se solucione. Entendemos que está abierta la posibilidad de llegar, en un tiempo futuro, a un puerto efectivo y que contemple lo básico de las reivindicaciones que venimos haciendo.
¿Qué pasos se han dado hacia atrás?
Desde el Poder se han aprendido bastantes cosas. El mismo auto de Garzón encerraba unas grandes potencialidades, pero el desarrollo y la forma de finalizar de éste dan pie a entender que se han marcado unos límites muy claros dentro de la democracia española y del modelo de impunidad vigente. Se ha delimitado hasta dónde puede ser llevado el debate y hasta dónde se van a permitir los elementos clave de justicia para las víctimas del franquismo.
En este momento, hay unas potencialidades abiertas, que se están intentando cerrar o limitar a términos más formales que otra cosa.
En ese intento de limitar las posibilidades que abrió el auto, ¿dio la Fiscalía el primer paso diciendo que se trataba de delitos comunes?
Esa fue una foto muy clara y nítida de lo que piensa la clase política que manda respecto al régimen franquista y a sus víctimas. Al plantear que no han sido crímenes de lesa humanidad o delitos de genocidio, sino delitos comunes, están haciendo una valoración ideológica de lo que piensan de ese régimen y qué medidas tienen que ser correlativas para hacer justicia a ese régimen.
Es una foto muy preocupante, porque los límites de lo que están dispuestos a hacer en el terreno de dar justicia a las víctimas del franquismo, son consustanciales a los límites de la propia democracia.
Centrándonos en Euskal Herria, ¿cómo valoran el año?
Vemos elementos declarativos y elementos formales, pero que tampoco se han dado grandes pasos desde el propio ámbito del poder político. Se han puesto encima de la mesa valoraciones por parte del consejero de Justicia o por miembros del tripartito, pero nosotros seguimos pensando que estas declaraciones casi están más en el terreno de lo declarativo y del marketing político, que de medidas concretas que se vayan a poner en marcha. No es en vano que estos elementos declarativos se estén dando en una época pre-electoral.
¿Cuáles son los planes para 2009?
Coincidiendo con el 70 aniversario del fin de la Guerra Civil, vamos a intentar, a nivel de planteamientos y de implicación de la sociedad y agentes sociales, intentar presionar para convertir este debate en algo a lo que el Poder se tenga que ver obligado a dar una salida democrática, que no puede ser sino una salida con medidas concretas: de anulación de condenas y de la Ley de Amnistía... En general, haciendo caso a las recomendaciones de la ONU.
(Gara. 06 / 01 / 09)