La previsible polvareda que ha levantado la resolución del Tribunal Administrativo de Navarra (TAN) anulando la denominación franquista de 20 calles de la Chantrea -incluida la insólita reacción de Yolanda Barcina contra dicho tribunal-, ha desdibujado el fondo de la cuestión, la pregunta última que anida en la base de este proceso: ¿quiénes eran aquellos 20 navarros elegidos en 1954 por el Ayuntamiento para prestar sus nombres a un barrio que entonces acababa de nacer?
Entre los 20 personajes, hay destacados militares golpistas; una mayoría de combatientes del ejército de Franco muertos en los primeros días de la Guerra Civil; políticos y profesionales de prestigio en la Pamplona de la época (necesariamente afectos al régimen); e incluso un joven que seguramente murió sin saber si era republicano o sublevado.
La larga lucha judicial y popular que han mantenido los vecinos de la Chantrea, que desde 2004 reclamaban la sustitución del nombre de estas 20 calles, ha desembocado en el éxito del recurso planteado por Joxe Abaurrea (ex-edil de EH) ante el TAN, aunque la alcaldesa ya ha anunciado que el Consistorio recurrirá ante otras instancias judiciales, evidentemente con fondos públicos y en nombre de todos los pamploneses.
El bautizo de estas 20 calles de la Chantrea se inscribió en el amplio y prolongado proceso de fijar en el callejero y los monumentos de Pamplona la impronta del régimen franquista, de lo que ha habido múltiples ejemplos por toda la ciudad. No obstante, la singularidad de la Chantrea estriba en que estas 20 calles han resistido la paulatina limpieza de los últimos años. "En la Transición, nadie se acordó de la Chantrea", lamenta la plataforma vecinal.
Tal y como reseña este colectivo, y se argumenta en los sucesivos recursos a los tribunales, el pleno municipal del 24 de junio de 1954, a propuesta del Patronato "Francisco Franco", acordó otorgar a las calles de la recién nacida Chantrea "los nombres de los primeros muertos en la Cruzada, naturales y vecinos de Pamplona".
Hay varios detalles significativos, como la visita del propio Franco en 1954 para inaugurar el nuevo barrio de la Chantrea o la identidad del presidente del patronato, cargo que recaía en Luis Valero Bermejo, entonces gobernador civil en Navarra. Basta todo ello para confirmar el carácter político del bautizo de esas 20 calles, y así lo recoge la reciente resolución del TAN, que las define como "perfecto ejemplo del uso simbólico del callejero por parte del régimen franquista, nombres cuyo origen y significado no han caído en el olvido".
Prohombres de la época
Lucio Arrieta, Andrés Gorricho y Federico Mayo
Fueron tres personajes ilustres de la Pamplona de los años 20, 30 y 40. Todos fallecieron poco antes de la inauguración de la Chantrea, motivo por el que sus nombres fueron colocados en el callejero del barrio, tal y como recoge el dossier de la plataforma vecinal.
Lucio Arrieta Sanz nació en Pamplona en diciembre de 1885 en el seno de una familia de industriales, y desde muy joven trabajó en la innovación tecnológica de su tiempo. Presidió la Asociación de Patronos e, iniciada la Guerra Civil, participó activamente en la toma de Irún y San Sebastián. En la posguerra fue procurador en las Cortes franquistas y vocal del patronato que construyó la Chantrea. Falleció en 1952 y hoy da nombre a la calle en la que se ubican las piscinas de la Chantrea y el instituto Virgen del Camino.
Muy parecida biografía tiene Andrés Gorricho Romero , que da nombre a la calle que sale del cruce de las Esclavas (avenida de Villava) y atraviesa todo el barrio hasta la calle Magdalena. De estos 20 personajes, Gorricho es de los pocos que no nació en Pamplona, ya que vino al mundo en Lerín (1878). Dedicado a la construcción, es obra suya la manzana de las calles Leyre, Amaya, Teobaldos y Olite (Segundo Ensanche), que será parcialmente derribada próximamente. También fue vocal del patronato que erigió la Chantrea, y falleció el 5 de julio de 1953.
Por último, Federico Mayo Gayarre presta su nombre a la calle entre Beorlegui y Gorricho. Nació en 1894, fue ingeniero de minas y, entre otras obras, construyó el Canal de Isabel II en Madrid. Durante la Guerra Civil fue capitán de ingenieros del cuartel del Generalísimo, y después fue director estatal de Vivienda entre 1940 y 1954, año de su muerte. También es hijo predilecto de Pamplona y decenas de calles de toda la Península llevan su nombre, como impulsor de miles de viviendas sociales durante la posguerra.
Instigador del Alzamiento
El coronel Alfonso Beorlegui
Sin duda, Beorlegui destaca en el callejero de la Chantrea como el personaje más comprometido con Franco, Mola y el comienzo de la Guerra Civil. Nació en Estella en 1888, y para 1925 ya había alcanzado el grado de teniente coronel en las guerras de África. Al mando de la guarnición de Jaca, fue arrestado por los partidarios de Galán y García en la rebelión antimonárquica de diciembre de 1930. Sin duda, se tomó la revancha en julio de 1936, conspirando con Mola en el arranque de la sublevación franquista.
Un episodio poco conocido de su biografía es la muerte nunca aclarada del comandante de la Guardia Civil en Navarra en el momento del Alzamiento, el extremeño José Rodríguez-Medel, que ha pasado a la historia como la primera víctima mortal de la Guerra Civil. Tras entrevistarse con Mola en la tarde del 18 de julio, Rodríguez-Medel dejó bien claro que la Guardia Civil se mantendría fiel a la República, tal y como refiere Galo Vierge en la obra "Los culpables" (Editorial Pamiela). "Pues aténgase a las consecuencias", contestó Mola. Y las consecuencias fueron tan fulminantes que esa misma tarde fue asesinado de un tiro por la espalda, justo cuando Beorlegui iba a detenerle siguiendo órdenes de Mola.
El coronel detuvo a dos guardias como presuntos asesinos, pero en un informe posterior explicaría la muerte de Rodríguez-Medel como "una hemorragia interna", según recoge la historiadora Isabel de Andrés en un trabajo publicado en 1997.
Beorlegui fue a continuación protagonista del avance hacia las costas guipuzcoanas, al mando de una columna de voluntarios navarros, y fue de los primeros efectivos del ejército franquista en entrar en Irún y San Sebastián. Fue herido en Guipúzcoa, pero se empecinó en trasladarse al frente aragonés, donde murió como consecuencia de esas heridas en septiembre de 1936.
Al callejero como mártires
15 combatientes anónimos
En su rechazo a cambiar la denominación de estas 20 calles, el gobierno municipal de UPN siempre ha defendido que se trataba de "personas de escasa relevancia que a estas alturas ya no se pueden identificar con el régimen franquista". Sin duda, hay 15 de estas personas unidas por su carácter casi anónimo, de biografías casi desconocidas que sólo comparten un dato: murieron peleando por Franco en los primeros meses de la Guerra Civil. Y fue por ese motivo por el que sus nombres figuran en el callejero de la Chantrea, razón suficiente para que el TAN haya decretado su anulación.
Se trata de Marcos Goñi Mañueco (fallecido el 30 de julio de 1936), Fermín Istúriz Lusarreta (3 de agosto), Ramón Esquíroz de los Ríos (18 de julio), Francisco Urías Goñi (requeté muerto el 29 de julio), Francisco Goñi Villalba (10 de agosto), Crescencio Lecumberri Ibarrola (27 de julio), Jesús Vázquez Miñarro (28 de julio), José Jimeno Jaurrieta (26 de julio), Agustín Flamarique Azcárate (4 de agosto), Mario Rueda Pérez de Larraga (falangista muerto el 3 de agosto de 1936), José Miguel Madoz Recarte (requeté fallecido el 4 de agosto), Joaquín Elberdin (10 de agosto), Julio Casi Bidaurre (30 de julio), José Huércanos Huertas (sargento de infantería abatido en Oiartzun el 31 de julio de 1936) y Jesús María Aznárez Sarasa (2 de agosto).
Jesús Blasco Grijalba
Un caso insólito: muerto a los 19 años, ¿ni rojo ni nacional?
La revista "Txantrean Auzolan" indagó sobre el origen de muchos de estos pamploneses que dan nombre a las calles de su barrio, y encontró al hermano de Jesús Blasco Grijalba , un caso único en esta lista: su familia desconoce si tuvo alguna filiación política, y lo único que saben es que, para cumplir el servicio militar obligatorio, fue llevado al barco de guerra "Almirante Cervera", donde el 20 de julio de 1936 murió en una refriega sin aclarar frente a las costas de Galicia. Nunca recuperaron su cuerpo, que seguramente fue lanzado al mar.
Su hermano contó a la revista chantreana que Jesús Blasco "no era franquista; franquistas eran los que pusieron su nombre a una calle". En todo caso, la familia Blasco expresó su deseo de que "se mantenga la calle; nadie nos preguntó su queríamos que se pusiera ni nos tendrán en cuenta a la hora de quitarla, pero ya que ni siquiera recuperamos su cuerpo, tener esa calle aquí nos sirve para mantener su recuerdo; mientras vivamos, nos gustaría que no la quitaran".
El testimonio de la familia Blasco constituye una muestra irrefutable del carácter absurdo e incomprensible de las guerras, y también un ejemplo de cómo el bando vencedor se apropió para sí de la vida (y en este caso) de la muerte de personas que no eran voluntariamente afectas a la sublevación contra la República.
Entre los 20 personajes, hay destacados militares golpistas; una mayoría de combatientes del ejército de Franco muertos en los primeros días de la Guerra Civil; políticos y profesionales de prestigio en la Pamplona de la época (necesariamente afectos al régimen); e incluso un joven que seguramente murió sin saber si era republicano o sublevado.
La larga lucha judicial y popular que han mantenido los vecinos de la Chantrea, que desde 2004 reclamaban la sustitución del nombre de estas 20 calles, ha desembocado en el éxito del recurso planteado por Joxe Abaurrea (ex-edil de EH) ante el TAN, aunque la alcaldesa ya ha anunciado que el Consistorio recurrirá ante otras instancias judiciales, evidentemente con fondos públicos y en nombre de todos los pamploneses.
El bautizo de estas 20 calles de la Chantrea se inscribió en el amplio y prolongado proceso de fijar en el callejero y los monumentos de Pamplona la impronta del régimen franquista, de lo que ha habido múltiples ejemplos por toda la ciudad. No obstante, la singularidad de la Chantrea estriba en que estas 20 calles han resistido la paulatina limpieza de los últimos años. "En la Transición, nadie se acordó de la Chantrea", lamenta la plataforma vecinal.
Tal y como reseña este colectivo, y se argumenta en los sucesivos recursos a los tribunales, el pleno municipal del 24 de junio de 1954, a propuesta del Patronato "Francisco Franco", acordó otorgar a las calles de la recién nacida Chantrea "los nombres de los primeros muertos en la Cruzada, naturales y vecinos de Pamplona".
Hay varios detalles significativos, como la visita del propio Franco en 1954 para inaugurar el nuevo barrio de la Chantrea o la identidad del presidente del patronato, cargo que recaía en Luis Valero Bermejo, entonces gobernador civil en Navarra. Basta todo ello para confirmar el carácter político del bautizo de esas 20 calles, y así lo recoge la reciente resolución del TAN, que las define como "perfecto ejemplo del uso simbólico del callejero por parte del régimen franquista, nombres cuyo origen y significado no han caído en el olvido".
Prohombres de la época
Lucio Arrieta, Andrés Gorricho y Federico Mayo
Fueron tres personajes ilustres de la Pamplona de los años 20, 30 y 40. Todos fallecieron poco antes de la inauguración de la Chantrea, motivo por el que sus nombres fueron colocados en el callejero del barrio, tal y como recoge el dossier de la plataforma vecinal.
Lucio Arrieta Sanz nació en Pamplona en diciembre de 1885 en el seno de una familia de industriales, y desde muy joven trabajó en la innovación tecnológica de su tiempo. Presidió la Asociación de Patronos e, iniciada la Guerra Civil, participó activamente en la toma de Irún y San Sebastián. En la posguerra fue procurador en las Cortes franquistas y vocal del patronato que construyó la Chantrea. Falleció en 1952 y hoy da nombre a la calle en la que se ubican las piscinas de la Chantrea y el instituto Virgen del Camino.
Muy parecida biografía tiene Andrés Gorricho Romero , que da nombre a la calle que sale del cruce de las Esclavas (avenida de Villava) y atraviesa todo el barrio hasta la calle Magdalena. De estos 20 personajes, Gorricho es de los pocos que no nació en Pamplona, ya que vino al mundo en Lerín (1878). Dedicado a la construcción, es obra suya la manzana de las calles Leyre, Amaya, Teobaldos y Olite (Segundo Ensanche), que será parcialmente derribada próximamente. También fue vocal del patronato que erigió la Chantrea, y falleció el 5 de julio de 1953.
Por último, Federico Mayo Gayarre presta su nombre a la calle entre Beorlegui y Gorricho. Nació en 1894, fue ingeniero de minas y, entre otras obras, construyó el Canal de Isabel II en Madrid. Durante la Guerra Civil fue capitán de ingenieros del cuartel del Generalísimo, y después fue director estatal de Vivienda entre 1940 y 1954, año de su muerte. También es hijo predilecto de Pamplona y decenas de calles de toda la Península llevan su nombre, como impulsor de miles de viviendas sociales durante la posguerra.
Instigador del Alzamiento
El coronel Alfonso Beorlegui
Sin duda, Beorlegui destaca en el callejero de la Chantrea como el personaje más comprometido con Franco, Mola y el comienzo de la Guerra Civil. Nació en Estella en 1888, y para 1925 ya había alcanzado el grado de teniente coronel en las guerras de África. Al mando de la guarnición de Jaca, fue arrestado por los partidarios de Galán y García en la rebelión antimonárquica de diciembre de 1930. Sin duda, se tomó la revancha en julio de 1936, conspirando con Mola en el arranque de la sublevación franquista.
Un episodio poco conocido de su biografía es la muerte nunca aclarada del comandante de la Guardia Civil en Navarra en el momento del Alzamiento, el extremeño José Rodríguez-Medel, que ha pasado a la historia como la primera víctima mortal de la Guerra Civil. Tras entrevistarse con Mola en la tarde del 18 de julio, Rodríguez-Medel dejó bien claro que la Guardia Civil se mantendría fiel a la República, tal y como refiere Galo Vierge en la obra "Los culpables" (Editorial Pamiela). "Pues aténgase a las consecuencias", contestó Mola. Y las consecuencias fueron tan fulminantes que esa misma tarde fue asesinado de un tiro por la espalda, justo cuando Beorlegui iba a detenerle siguiendo órdenes de Mola.
El coronel detuvo a dos guardias como presuntos asesinos, pero en un informe posterior explicaría la muerte de Rodríguez-Medel como "una hemorragia interna", según recoge la historiadora Isabel de Andrés en un trabajo publicado en 1997.
Beorlegui fue a continuación protagonista del avance hacia las costas guipuzcoanas, al mando de una columna de voluntarios navarros, y fue de los primeros efectivos del ejército franquista en entrar en Irún y San Sebastián. Fue herido en Guipúzcoa, pero se empecinó en trasladarse al frente aragonés, donde murió como consecuencia de esas heridas en septiembre de 1936.
Al callejero como mártires
15 combatientes anónimos
En su rechazo a cambiar la denominación de estas 20 calles, el gobierno municipal de UPN siempre ha defendido que se trataba de "personas de escasa relevancia que a estas alturas ya no se pueden identificar con el régimen franquista". Sin duda, hay 15 de estas personas unidas por su carácter casi anónimo, de biografías casi desconocidas que sólo comparten un dato: murieron peleando por Franco en los primeros meses de la Guerra Civil. Y fue por ese motivo por el que sus nombres figuran en el callejero de la Chantrea, razón suficiente para que el TAN haya decretado su anulación.
Se trata de Marcos Goñi Mañueco (fallecido el 30 de julio de 1936), Fermín Istúriz Lusarreta (3 de agosto), Ramón Esquíroz de los Ríos (18 de julio), Francisco Urías Goñi (requeté muerto el 29 de julio), Francisco Goñi Villalba (10 de agosto), Crescencio Lecumberri Ibarrola (27 de julio), Jesús Vázquez Miñarro (28 de julio), José Jimeno Jaurrieta (26 de julio), Agustín Flamarique Azcárate (4 de agosto), Mario Rueda Pérez de Larraga (falangista muerto el 3 de agosto de 1936), José Miguel Madoz Recarte (requeté fallecido el 4 de agosto), Joaquín Elberdin (10 de agosto), Julio Casi Bidaurre (30 de julio), José Huércanos Huertas (sargento de infantería abatido en Oiartzun el 31 de julio de 1936) y Jesús María Aznárez Sarasa (2 de agosto).
Jesús Blasco Grijalba
Un caso insólito: muerto a los 19 años, ¿ni rojo ni nacional?
La revista "Txantrean Auzolan" indagó sobre el origen de muchos de estos pamploneses que dan nombre a las calles de su barrio, y encontró al hermano de Jesús Blasco Grijalba , un caso único en esta lista: su familia desconoce si tuvo alguna filiación política, y lo único que saben es que, para cumplir el servicio militar obligatorio, fue llevado al barco de guerra "Almirante Cervera", donde el 20 de julio de 1936 murió en una refriega sin aclarar frente a las costas de Galicia. Nunca recuperaron su cuerpo, que seguramente fue lanzado al mar.
Su hermano contó a la revista chantreana que Jesús Blasco "no era franquista; franquistas eran los que pusieron su nombre a una calle". En todo caso, la familia Blasco expresó su deseo de que "se mantenga la calle; nadie nos preguntó su queríamos que se pusiera ni nos tendrán en cuenta a la hora de quitarla, pero ya que ni siquiera recuperamos su cuerpo, tener esa calle aquí nos sirve para mantener su recuerdo; mientras vivamos, nos gustaría que no la quitaran".
El testimonio de la familia Blasco constituye una muestra irrefutable del carácter absurdo e incomprensible de las guerras, y también un ejemplo de cómo el bando vencedor se apropió para sí de la vida (y en este caso) de la muerte de personas que no eran voluntariamente afectas a la sublevación contra la República.
(Noticias de Navarra. 26 / 02 / 08)