martes, enero 18, 2011

DEL BURGO, RELÁJESE. Artículo de opinión de Jose Mari Esparza Zabalegi

BREVEMENTE quiero acabar la polémica con Del Burgo, cubierto en su anterior artículo con piel de cordero demócrata y político sufridor. Lo de "pilar ideológico de la izquierda abertzale" me lo tomo como piropo exagerado, siempre que no me esté señalando a sus amigos de la patada nocturna en la puerta de casa. Peón de la izquierda vasca lo soy, a mucha honra. Ofensa (y hasta pecado) sería ser de la extrema derecha española, como usted.

Que Del Burgo "ha defendido en todo momento y ocasión los valores democráticos" es un sarcasmo. Usted viene del mero corazón del franquismo, del que mamó y disfrutó. Fue alto cargo en la administración de la dictadura, como su padre, y pasó a la "democracia" con toda la impunidad que la Transición española concedió al aparato franquista anterior. A usted la Declaración Universal de los Derechos Humanos le es tan ajena como las obras de Lenin.

Decir que se ha dedicado a "defender la libertad de Navarra y el derecho a decidir del pueblo navarro, sin imposiciones de nadie, sobre si debía o no pertenecer a Euskadi o Euskal Herria", es tener el rostro de mármol. Con el 28,59 de los votos de UCD, usted apartó a Navarra del distrito universitario y del preautonómico vasco, sin hacer caso a la mayoría de partidos, representantes del 59,04% de los votos navarros, que en 1977 le exigían lo contrario. Así empezó a decidir el pueblo navarro. Por no votar, ni el Amejoramiento se sometió a referéndum. Usted es el representante de la España negra en esta tierra y jamás permitirá que Navarra, libremente y en igualdad de condiciones (políticas y mediáticas), decida en referéndum qué relaciones desea tener con Euskal Herria y con España. A ello ha dedicado toda su vida, no venga ahora con cuentos.

Sigue lavando la cara a su pasado: decir que "Jaime del Burgo fue el primero en reconocer, todavía en tiempos de Franco la cifra de 678 fusilados navarros" sonaría a meritorio, si no supiéramos que, ya en 1992, en la monumental Historia General de Navarra que usted se encargó de editarle, seguía manteniendo esa ridícula cifra y desacreditaba la cifra de los casi 3.000 fusilados que, con nombres y apellidos, había recogido Altaffaylla. Y no venga ahora diciendo que no quiere "entrar en esa guerra de cifras, porque me parece una discusión estéril". Eso no puede decirlo un historiador. No hay una guerra de cifras: hay un número de asesinados navarros que es rigurosamente cierto y hay falsarios que todavía lo pretenden ocultar en voluminosas publicaciones.

Falsario. He ahí la palabra que mejor define su artículo y toda su biografía. No soy el único que le señala con el dedo. Hace ya mucho tiempo que la historiadora Mari Cruz Mina demostró sus documentos tergiversados sobre la Ley Paccionada, y más recientemente Santiago Leoné, sobre el famoso documento de 1549, en el que, para demostrar la adhesión de Navarra a España tras la conquista, leyó la palabra "spanidad" en lugar de "cristiandad", que evidentemente, no es lo mismo. Conquista, Ley Paccionada y Guerra Civil: tres pilares de la obra de Del Burgo y los tres trampeados.

Relájese y disfrute Jaime Ignacio: ha sido un político afortunado, ha servido fielmente a sus amos de Madrid, se jubilará con el riñón cubierto y ojalá muera plácidamente en una cama, como Franco. Eso sí: no pretenda colarse como honrado ciudadano, ni en el cielo, ni en la Historia de Navarra. Jaungoikoa ya se encargará de lo primero. De lo segundo nos encargaremos nosotros.