Ludivina García y Ceferino Álvarez luchan no sólo por que los hijos de los exilados de la República logren la nacionalidad española, sino por que se mantenga viva la memoria de aquellos que lucharon por un Gobierno legal.
¿Cuántos descendientes del exilio quedan aún?
Ludivina García: Estamos hablando de que existe una generación de nietos de exiliados. En un momento determinado se nos pidió que lo cuantificáramos. Hicimos un trabajo con los documentos que teníamos de los refugiados que partieron de España. La mayoría eran grupos familiares, y estamos hablando de 240.000 personas descendientes del exilio. Es que muchos confunden al exiliado político con los que emigraron por cuestiones económicas.
¿La lucha de éstos por recuperar la nacionalidad es sobre todo una cuestión moral?
L.G.: Es recuperar nuestra identidad. Están reconstruyendo su historia familiar, aunque luego el 80% permanecerá en el país donde reside. Mi caso es un claro ejemplo. Soy hija de exiliados, pero era española por matrimonio con un español, cuando tenía este derecho por mis padres.
Ceferino Álvarez: Uno de las condicionantes que se pedían para acceder a la nacionalidad española era jurar fidelidad al rey. Es algo que nos ha preocupado mucho, ya que los republicanos nunca podrán jurar fidelidad. Por eso pedimos que se reflejara que lo hacían por imperativo legal.
Se cumplen 74 años de la salida de los barcos desde Santurtzi con niños hacia el exilio. ¿Tienen datos de cuántos fueron los que partieron?
L.G.: La lucha en el Frente Norte -Euskadi, Cantabria y Asturias- fue un drama con unas características especiales. En torno a 160.000 vascos, cántabros y asturianos fueron evacuados cuando cayó el Frente Norte. Fueron muchos los niños evacuados primero hacia Barcelona y luego hacia el exilio.
C.A.: Yo soy uno de esos niños. Mi familia es asturiana, fue evacuada a Catalunya y yo nací en Tarragona. Los franceses dicen que entonces llegaron 500.000 refugiados y no había capacidad para asimilarlos. El Gobierno catalán, en plena guerra, acogió a más de un millón y no hubo ese problema.
¿Qué sienten cuando dicen que buscar las fosas es remover el pasado, a veces con actitud revanchista?
L.G.: Un hermano de mi padre estaba enterrado en una fosa común en Asturias y ha sido identificado hace apenas tres años. No tienes rencor pero, cuando das los pasos para averiguar dónde estaban y te encuentras con el discurso de gente de derechas que dice lo que dice, te entra una tremenda desazón.
C.A.: Nosotros no queremos recuperar la memoria, porque nunca la hemos perdido. Queremos mantener viva la memoria como exiliados o hijos de exiliados. Durante 40 años no se ha escrito la Historia de España, y la queremos escribir. No es en absoluto rencor, pero quiero que se sepa el nombre de los asesinos. Es una obligación moral. Y recordar a los que fueron asesinados con lugares en los que se pueda honrar su memoria. No es cuestión de recuperar huesos, sino de escribir la verdadera historia de lo que sucedió.
Sin embargo, aún hay muchas placas que recuerdan a los ganadores.
L.G.: La simbología no es gratuita. La gente joven ve la calle General Yagüe y no sabe que fue un asesino. El asesino Yagüe. Las democracias europeas honran a los que defendieron la libertad, y este país sigue todavía sin honrar a los que defendieron la libertad con las armas, con las letras o, como las mujeres, trabajando en una fábrica. Se trata de una memoria colectiva.
C.A.: Hay un asturiano, Cristino García, que tiene cinco calles dedicadas a su nombre en toda Francia, y ninguna en España. Fue condecorado por el Gobierno francés por su lucha por la libertad y, aquí, nada de nada. Es más, está enterrado de forma olvidada en Carabanchel. Después de luchar en Francia volvió a España para mantener viva la resistencia a Franco. Fue detenido y fusilado, y poco se sabe de ello.
¿Qué opinan del hecho de que el juez Garzón haya sido apartado de su cargo por investigar los crímenes del franquismo?
L.G.: No vamos a endiosar a Garzón. Hizo lo que tenía que haber hecho cualquier juez. Es inaudito lo sucedido. Somos el asombro en el extranjero. Hablamos de una dictadura que duró 40 años y que algunos la quieren edulcorar. Todavía hay gente en los altos niveles de decisión que siguen poniendo zancadillas a que se sepa lo que sucedió.
C.A.: Estamos en un país en el que hay elecciones, pero la democracia hay que ganarla. Fraga no se acostó una noche fascista y se levantó demócrata. Democracia no es sólo ir a votar. Es mucho más, y no podemos desvirtuar las palabras. ¿Puede ser demócrata un país que condena a un juez por investigar el genocidio franquista?
¿El tiempo lo cura todo?
L.G.: Olvidar lo que pasó es imposible. Olvidar lo que sufrió tu familia y tu país es imposible. Los que dicen que hay que olvidar, y que el tiempo lo cura todo, son como los que dicen que no hacen política. Los que dicen que lo mejor es olvidar es que son de derechas y quieren mantener vivo el franquismo. Los hechos son los hechos.
Además de solicitar la nacionalidad para los hijos de exiliados, también exigen que se reconozca por qué se tuvieron que exiliar.
C.A.: Es el derecho a la identidad española, la que se nos arrebató. En México nos educaban profesores que nos enseñaban a amar a nuestro país.
L.G.: Como he dicho antes, lo que queremos es mantener la memoria de aquella gente que luchó por la República.
¿Qué más se puede pedir para recuperar esta memoria de quienes lucharon por la República?
L.G.: Es importantísimo que se reconozca por parte de los jóvenes la lucha de toda esta gente. Es un problema de educación, que en las escuelas se honre la memoria de aquellos que lucharon por un Gobierno totalmente legítimo. Se ha hablado durante 40 años de Alzamiento Nacional, cuando la verdad es que fue un golpe de Estado contra un Gobierno lealmente constituido. Está claro que no puede haber olvido.
C.A.: ¿Quién conoce hoy en día a Negrín? Es una figura que debe reivindicarse. Tiene que haber muchas calles con su nombre. Fue un jefe de Estado que defendió a España. Murió en el olvido y no se estudia la figura de Negrín. Hay que empezar a decir lo que fue la República. No fue la matanza de curas como algunos dicen. La República fue más: enseñanza, ayuda a los campesinos, limpiar el ejército... Lo que queremos es reivindicar su memoria.
(Deia. 27 / 05 / 2010)