La izquierda abertzale, con motivo del aniversario de los hechos que hace 34 años tiñeron de rojo las calles de Gasteiz, apeló ayer al ejemplo de la lucha de los cinco obreros muertos a manos de las fuerzas policiales españolas y a la unidad que escenificaron entonces los miles de trabajadores reunidos en la iglesia de San Francisco para poder avanzar hoy hacia un nuevo marco democrático.
En un acto celebrado a mediodía, en el que participaron cientos de personas, el juntero Aitor Bezares afirmó que «aquel 3 de marzo supuso la unión entre diferentes capas populares, unidas por un mismo objetivo: reclamar libertad y el recono- cimiento de derechos para todos y para todas». «Aquel 3 de marzo, la actuación del Estado español ante una situación de cambio, ante el movimiento de la clase trabajadora, encendió la conciencia nacional y social en torno a una misma causa», continuó, para sostener que 34 años después «cobra más fuerza, si cabe, la necesidad de unir a todas esas capas populares en torno a la reivindicación del reconocimiento de los derechos que como pueblo le corresponden a Euskal Herria».
Recordó que en esa dirección ha estado trabajando la izquierda abertzale en los últimos meses, y explicó que el proceso de debate que ha desarrollado tiene como objetivo, entre otros, «la aglutinación de la mayoría social y política que existe en Euskal Herria en favor de una solución democrática al conflicto político que padecemos».
Nuevos compromisos
Al proceso democrático que plantea la izquierda abertzale se refirió también la secretaria general de LAB, Ainhoa Etxaide, que tomó la palabra tras la ofrenda floral y el aurresku de honor con el que se homenajeó a las víctimas del 3 de marzo, y en el que participaron también familiares de los fallecidos en aquella masacre.
Etxaide defendió que la clave para desarrollar el proceso de cambios estructurales que demanda este pueblo está en el respeto de la capacidad de decisión de la sociedad vasca, «un ejercicio democrático que el Estado no está dispuesto a conceder». «Por eso -explicó- hemos asumido nuevos compromisos, y abordamos esta nueva fase con estrategias renovadas, que dependen de nuestra propia capacidad y de nuestras decisiones, situando el mayor valor de nuestra estrategia donde está nuestro mayor activo, en la propia sociedad, en las fuerzas sociales y sindicales que apuestan por el cambio».
«Esa es la apuesta política que necesitamos los trabajadores y trabajadoras, y en esa apuesta política nos van a encontrar», concluyó Etxaide, antes de que los presentes entonaran La Internacional y el Eusko Gudariak.
La misma lucha
Ainhoa Etxaide señaló que lo que no ha cambiado en estos 34 años es que «no hay alternativa a la lucha» que desarrollaron aquellos obreros, y que por ese motivo «esa lucha no ha parado». «Hemos sabido coger el relevo», afirmó.
Miles de personas marchan bajo la lluvia por la tarde
«3 de marzo y otra vez lluvia», comentaba una asistente mientras miraba al gris plomizo de un cielo que quizá quisiera, de esta forma, impedir que nadie olvidara lo ocurrido hace 34 años. Un esfuerzo innecesario, a la vista de las miles de personas que se reunieron en Zaramaga para asistir al acto y posterior manifestación convocados por ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS. Una marcha que concluyó en la Virgen Blanca y que tuvo momentos de tensión por la presencia en el recorrido y en el acto final de ertzainas que grabaron en vídeo y sacaron fotos a los manifestantes. De hecho, a la altura de la calle Libertad varios policías entraron en la manifestación y agarraron a una persona para grabarla con detalle. Los presentes respondieron con pitos y gritos de «Policía asesina».
Antes, en Zaramaga, Eva Barroso, hermana de Romualdo, uno de los cinco obreros muertos, denunció que después de todo este tiempo «seguimos sin vislumbrar la justicia» y sin que ninguno de los responsables de aquella «acción terrorista» haya pedido perdón. Aún así, advirtió de que «no nos vamos a resignar; vamos a conseguir sentarlos en el banquillo, juzgarlos y condenarlos».
(Gara. 4 / 03 / 2010)