Nació en 1917 en Brihuega, un pueblo de la Alcarria, Guadalajara, en el seno de una pobre familia de cinco hermanos. A los nueve años era una trabajadora pluriempleada. A primera hora del día repartía leche, luego trabajaba en una fábrica de género de punto, por la tarde recogía agua para los caseros y por la noche se sacaba un extra cosiendo puntos de media, todo ello para ayudara su familia. Cuando Santos Puerto, el líder comunista de la fábrica, le habló de un mundo de personas iguales y sin clases, Tomasa descubrió una ideologia de la que nunca se dió de baja.
La detuvieron por primera vez en 1934, por insultar a un guardia que maltrataba a un niño cuyos padres habían muerto en la revolución deAsturias. Tenía sólo 17 años y ya era todo un carácter. "Como toque al niño le pego una hostia y me cago en su madre", le dijo al guardia, que, obviamente, se la llevó detenida. La guerra la pasó haciendo trabajos manuales para las Juventudes del partido, convencida de que el fascismo sería derrotado. Las cosas fueron muy distintas, y el primero en pagar las consecuencias fue su padre, que perdió el trabajo por haber consentido tener una hija comunista. Tomasa se propuso huir a Barcelona, pero un tipo de su pueblo apellidado Trallero la denunció y fue detenida en el tren donde intentó esconderse. La ingresaron en la cárcel madrileña de Ventas, donde había 189 mujeres en el "corredor de la muerte" esperando para ser ejecutadas y donde las condiciones de vida eran tan malas, que en el verano de 1939 morían un promedio de ocho mujeres cada noche. Fue en esa cárcel donde se enteró, con dos años de retraso, de la muerte de su padre.
De la cárcel de las Ventas lograron salir con vida gracias a que la victoria aliada en 1945 hizo dudar a los jueces de la continuidad del franquismo. Una década después, en 1958, su compañero Núñez era un dirigente clave que actuaba como enlace entre la dirección del PSUC y las incipientes células universitarias de Barcelona. Su detención por los siniestros hermanos Antonio y Vicente Juan Creix fue tan sonada como las consecuencias de las torturas que éstos le aplicaron en los calabozos de Via Laietana. Núñez pasó días colgado con las esposas de una tubería. Le destrozaron la columna vertebral. Pero no delató a nadie. Eso sí, hubo de pasar diez penosos años en el penal de Burgos, mientras Tomasa conocía el de Segovia y regresaba al de Ventas.
Liberada antes que su compañero, Tomasa se marchó a Praga, y luego se reencontraron en París, hasta que tuvieron la oportunidad de volver. Luego vino la Transición y el pacto que obligaba a guardar un silencio vergonzante a personas como ellos. Tomasa nunca estuvo de acuerdo con esta política. Así que entre 1985 y 1986 recorrió toda la geografia del estado español, magnetofón en mano, grabando los testimonios de las mujeres que, como ella, habían sufrido en las prisiones franquistas por luchar contra el fascismo. Sus testimonios, recogidos en varios libros, son referente obligado de cualquiera que quiera conocer o investigar la realidad y la resistencia de las mujeres en las caraceles franquistas.
Esta era Tomasa Cuevas Gutierrez. Mujer, comunista, antifascista... Una persona que demostró toda su vida que el compromiso, si es verdadero, comienza en uno mismo. Tomasa falleció ayer a los 90 años.
Desde AHAZTUAK 1936-1977 un recuerdo y un homenaje emocionado a su vida de luchadora, a su labor, y a su contribucion a no dejar apagarse la llama de la memoria Democratica y Antifascista, la misma llama que hoy levantamos nosotr@s.