En estas condiciones extremas intimará con dos hombres más importantes en su vida afectiva: Gonzalo Gil, con el que contrae su segundo matrimonio en 1946, y Julio San Isidro, ambos comisarios políticos como ella. Desde la orden de retirada de las mujeres de los puestos de mando militares y la disolución del 5º Regimiento en el Ejército regular republicano, Julia pasa a realizar trabajos en la retaguardia madrileña desde la Comisión de agitación y propaganda del Comité Provincial del PCE.
Con semejante historial a sus espaldas, Julia es denunciada y detenida para dar con su cuerpo en la cárcel de Ventas; ella y su hija de pocos días, fruto de su casamiento primerizo con Hernán Pérez. Condenada a muerte, le es conmutada la pena a treinta a la de treinta años de reclusión mayor, de los que cumple cinco entre los penales de Amorebieta, donde muere su hijita el 23 de enero de 1940 de una supuesta infección, y Palma de Mallorca, donde es testigo del suicidio de Matilde Landa, hasta su definitiva puesta en libertad.
Tras el fin del franquismo participa en la organización de la Federación de Pensionistas y Jubilados de CC.OO, de cuya primera ejecutiva forma parte, en la Unión de Excombatientes y, desde el 2001, con su biografía publicada bajo el brazo, recorre media España denunciando los horrores perpetrados por la dictadura franquista a partir de sus vivencias personales. Y todavía, en los últimos meses, se incorporó a la denuncia de las desapariciones de los hijos de las madres presas.
Tenaz, impulsiva y firme en sus principios hasta dejar exhausto a cualquier interlocutor en un debate de ideas, con Julia Manzanal, “comisario chico”, se nos va lo más combativo de una generación irrepetible.(Agitación. org. / UJC)