lunes, diciembre 19, 2011

POR FIN EL MINISTERIO DE JUSTICIA RECONOCE QUE MI ABUELO EXISTIÓ. Carta de Asun Larreta Ayesa, nieta del maestro Juan Larreta Larrea


La tarde del 18 de julio de 1936, en la escuela graduada de Treviana (La Rioja), el maestro director don Juan Larreta Larrea estaba con su hijo mayor cuando vieron llegar los camiones de requetés a la plaza del pueblo y escucharon el bando del general Mola.

Juan se despidió del hijo que le acompañaba, le dijo que se tenía que ir, le abrazó y besó y le pidió que abrazara de su parte a su hermana y sus hermanos.

Intentó huir a Francia, pero lo encontraron. Lo pasearon como trofeo por los pueblos, le torturaron, y lo dejaron herido de muerte durante largas horas de agonía. Le asesinaron cruelmente. Por último, hicieron desaparecer tanto sus restos como su identidad.

Su hija y sus cuatro hijos, huérfanos porque Juan ya era viudo, nunca más conocieron el paradero de su padre. Sí conocieron el desahucio y expolio de su casa, los malos tratos de las monjas del orfanato de Logroño por ser hijos de rojo y una vida estigmatizada, marcada por la desolación, la miseria y el terror.

Mi abuelo había sido un hombre emprendedor, trabajador y coherente. Desde 1912 a 1920 trabajó como maestro en Izaba. Sus actividades extraescolares, como la de ser promotor, e incluso presidente de la asociación de maestros del partido de Agoitz, no agradaban a los caciques del pueblo y consiguieron su traslado. Y, al parecer, también su olvido, porque actualmente en Izaba no lo recuerdan junto a sus compañeros maestros contemporáneos. La ideología borró la huella del maestro Larreta en la memoria histórica de la villa.

A partir de 1921 fue trasladado a Treviana (La Rioja) donde fue director de la escuela graduada. Vivió y trabajó hasta que la muerte cruel y despiadada lo encontró. Allí, además de trabajar por conseguir una escuela única, laica y gratuita, alfabetizaba a personas adultas, fundó el Círculo Socialista, proclamó la II República. En resumen, tenía gran actividad política y social y era bien apreciado como maestro y como persona por gran parte del pueblo. Por la otra parte no lo era tanto, claro está.

75 años después de su asesinato, este noviembre de 2011, después de más de 40 años de búsquedas baldías por recuperar su identidad, hemos dado con la documentación válida (que hasta hace pocos meses estaba retenida no sabemos dónde) para que el Ministerio de Justicia declare que "padeció persecución y violencia (…) siendo fusilado". Declaración que se nos había denegado un mes antes por falta de documentación.

¡Por fin! Tenemos un documento oficial con su nombre. Pero llega demasiado tarde. Esto es un primer paso para la restitución de estas víctimas, y será probable y desgraciadamente el único. No ha habido ningún tipo de reparación ni justicia. Lo que sí ha habido y sigue habiendo es un terrible agravio comparativo con el tratamiento de las otras víctimas.

A pesar de todo, éste es momento celebrar la recompensa de tantos años de investigación de mi ya fallecido padre y compartir la alegría que sienten tanto mi madre como el hijo que Juan Larreta despidió en la escuela, único descendiente directo vivo, quien va a celebrar este mes su 93 cumpleaños con la mejor fiesta que ha tenido en 75 años.

(Noticias de Navarra. 19 / 12 / 2011)