A menudo nos preguntamos como sería la cara de aquellos, quienes serían aquellos, los nombres de aquellos, que apretaron el gatillo para llenar las cunetas y los cementerios con nuestros seres queridos. Y aqui tenemos a uno de ellos. Aristocrata, famoso escritor, biógrafo del Rey, de "buena familia", celebrado en convites, agasajado en reuniones de todo tipo, habitual en TV, radio, etc... Este era Jose Luis de Villalonga, marqués de Castellbell y "Grande de España" , escritor y actor, que falleció la pasada semana a los 87 años de edad en Palma de Mallorca y ese era su "curriculum" al que sólo le falta una cosa: reflejar que fue uno de aquellos que formaron parte de los piquetes de asesinos que tras el golpe del 18 de Julio del 36 cercenaron la voluntad y la Libertad de las personas y Pueblos de la Peninsula e impusieron la "España Una, Grande y Libre" a sangre y fuego.
No somos los únicos sin embargo en "recordar" quien era este tipo y sus andanzas. Nuestra buena amiga Maite Landin -hermana de uno de los fusilados en el cementerio de Hernani- se acuerda hoy de él al igual que viene acordandose desde hace tantos años, desde aquel dia en que Villalonga apareció en el programa "La Clave", dirigido por Balbin, jactándose de haber sido uno de los que participaron en los pelotones de ejecución fascistas que actuaron en Gipuzkoa.
Nada mejor para saber quien era este tipo que leer un articulo que publicaba en "La Vanguardia" y que aparece acompañado de los comentarios de nuestro amigo K.G. Salmones:
"Querida Charmion: ayer recordaba yo por teléfono con un amigo de mi edad, compañero durante el ataque al "cinturón de hierro" que defendía Bilbao, que nuestro coronel, don Joaquín Gual de Torella -un mallorquín de buena cuna amigo de mi familia de toda la vida-, había dado la orden de no capturar vivo a ningún cura vasco cogido con las armas en la mano... "
Este reconocimiento de José Luis Vilallonga despeja la gran polémica histórica sobre el asesinato de curas vascos en los años 36 y 37, a manos de las fuerzas rebeldes, siempre negado por el régimen, que a la vez tomaba como una de sus excusas el asesinato de curas por "los rojos" para justificar el golpe del 18 de Julio del 36 y la sangrienta represión que desencadenó y que, sarcásticamente, denominó "cruzada". La lista de curas asesinados por el equipo en que estaba integrado Vilallonga, lo encontramos en el libro de Joseba Elosegi, "Quiero morir por algo", págs, 92/93, ISBN: 84-01-46078.6_ Dp: B. 40.296-1977. Plaza Janes editores.:
"Dn. José Markiegi. Dn. Joaquin Arin. Dn. Leonardo Guridi. Dn. José Ariztimuño. Dn. Martín de Lekuona. Dn. Gervasio de Albizu. Dn. José de Peñagarikano. Dn. Celestino de Onaindia. Dn. Joaquin Iturri-Castillo. Dn. Alejandro de Mendikute. Dn. José de Sagarna. Dn. José de Adarraga. Dn. P. Otano. Dn. P.Roman. Ninguno de estos sacerdotes fusilados compareció nunca delante de algún tribunal; Algunos ni siquiera fueron interrogados. Es mentira diga quien lo diga que fueron juzgados (Joseba Elosegi)".
Así pues, si bien la cuestión de los asesinatos queda despejada, en la confesión de uno de los miembros del grupo de asesinos, José Luis Vilallonga, su testimonio difiere del de Joseba Elosegi, en cuanto a si portaban o no armas, o simplemente se les asesinaba porque realizaban tareas polítcas que no gustaban a los rebeldes. Habría que encontrar pues testimonios de testigos vivos sobre este particular para despejar del todo esta incógnita. Prosigue José Luis Vilallonga relatando esas experiencias de su juventud:
"En la película "Fiesta", de Pierre Bourdon, inspirada en mi novela del mismo título, Jean-Louis Trintignant interpretaba el personaje del coronel y el maravilloso Laurent Terzieff el de un cura vasco que por haber disparado desde lo alto de su campanario contra nuestras tropas fue fusilado, vistiendo sotana, tras haber oficiado una misa para toda la oficialidad presente en Mondragón, donde tuvieron lugar los sucesos. "
Se trataba a la sazón del arcipreste de Arrasate, Don Joaquin Arin, de quien Mateo Mugica, obispo de los vascos, en carta al Cardenal Gomá, según cuenta Joseba Elosegi en la página 95 de esa misma obra, dijo: "¿Cómo fusilar al arcipreste de Mondragon Joaquin Arin y a esos otros sacerdotes que conocía tan bien? Todo el mundo en el ejército de Franco, desde el Generalísimo hasta el último soldado, hubieran hecho mejor besando sus pies". El suceso ha merecido obras literarias pero no juicios de tipo del de Nuremberg, que es lo que merece, sin duda ninguna.
La orden del criminal rebelde "se cumplió a rajatabla", pero "dejaron escapar a algunos curas". Mi pregunta es: ¿No muestra esto que Jose Luis Vilallonga era dueño de sus actos cuando decidía obedecer o no obedecer órdenes injustas? ¿No muestra esto precisamente que a los que Jose Luis Vilallonga no perdonó podía haberlos perdonado, podía haberlos salvado pero no lo hizo? A Jose Luis Vilallonga le ví por primera vez hace unos años cuando en una entrevista, creo recordar que en la segunda cadena de TVE, reconoció haberse presentado "voluntario", por orden de su padre que de esta guisa quería endurecerle, al parecer, a un pelotón de fusilamiento, que iba limpiando la retaguardia tras el paso del ejército rebelde, para impedir que se asentase ninguna estructura política no afecta al régimen. Es decir, se trataba de establecer el terror y de eliminar cuadros políticos de otras fuerzas no rebeldes. Ese es el lugar en que se encuadró. Lo que me impacto especialmente es cuando le preguntaron si le conmocionaba fusilar a la gente, y reconoció que al final era "como matar conejos", creo que esas fueron sus palabras exactas. Mi pregunta es ¿cuántos "conejos" mató? Prosigamos:
"Yo recuerdo -lo recordaré siempre- los temblorosos rostros y los lívidos labios de los tres curas que dejé escapar, todos ellos de una edad superior a la mía. La verdad es que no cogimos a muchos porque corrían como gamos comparado con los "gudaris" y otros hombres armados que rindieron Bilbao con más facilidad de la que esperábamos. Los pocos que cogimos me produjeron vergüenza ajena porque, se lo hacían todo encima hipando de miedo... "
Se ve que el sr. José Luis Vilallonga, nunca se cagó de miedo antes de ser ejecutado, antes al contrario "le daba vergüenza ajena" que estas personas que sabían que iban a ser fusiladas tuvieran un miedo irrefrenable.
De el hemos dicho en unas lineas muchas cosas salvo "que descanse en paz".
No lo diremos.
No somos los únicos sin embargo en "recordar" quien era este tipo y sus andanzas. Nuestra buena amiga Maite Landin -hermana de uno de los fusilados en el cementerio de Hernani- se acuerda hoy de él al igual que viene acordandose desde hace tantos años, desde aquel dia en que Villalonga apareció en el programa "La Clave", dirigido por Balbin, jactándose de haber sido uno de los que participaron en los pelotones de ejecución fascistas que actuaron en Gipuzkoa.
Nada mejor para saber quien era este tipo que leer un articulo que publicaba en "La Vanguardia" y que aparece acompañado de los comentarios de nuestro amigo K.G. Salmones:
"Querida Charmion: ayer recordaba yo por teléfono con un amigo de mi edad, compañero durante el ataque al "cinturón de hierro" que defendía Bilbao, que nuestro coronel, don Joaquín Gual de Torella -un mallorquín de buena cuna amigo de mi familia de toda la vida-, había dado la orden de no capturar vivo a ningún cura vasco cogido con las armas en la mano... "
Este reconocimiento de José Luis Vilallonga despeja la gran polémica histórica sobre el asesinato de curas vascos en los años 36 y 37, a manos de las fuerzas rebeldes, siempre negado por el régimen, que a la vez tomaba como una de sus excusas el asesinato de curas por "los rojos" para justificar el golpe del 18 de Julio del 36 y la sangrienta represión que desencadenó y que, sarcásticamente, denominó "cruzada". La lista de curas asesinados por el equipo en que estaba integrado Vilallonga, lo encontramos en el libro de Joseba Elosegi, "Quiero morir por algo", págs, 92/93, ISBN: 84-01-46078.6_ Dp: B. 40.296-1977. Plaza Janes editores.:
"Dn. José Markiegi. Dn. Joaquin Arin. Dn. Leonardo Guridi. Dn. José Ariztimuño. Dn. Martín de Lekuona. Dn. Gervasio de Albizu. Dn. José de Peñagarikano. Dn. Celestino de Onaindia. Dn. Joaquin Iturri-Castillo. Dn. Alejandro de Mendikute. Dn. José de Sagarna. Dn. José de Adarraga. Dn. P. Otano. Dn. P.Roman. Ninguno de estos sacerdotes fusilados compareció nunca delante de algún tribunal; Algunos ni siquiera fueron interrogados. Es mentira diga quien lo diga que fueron juzgados (Joseba Elosegi)".
Así pues, como pueden uds. ver, el testimonio público de uno de los asesinos despeja ya la incognita, 65 años después de esta polémica histórica. Se concluye de este testimonio que, efectivamente, fue el coronel rebelde Joaquín Gual de Torella, quien dio la orden de asesinar in situ, sin juicio, a todos los curas vascos que se encontrara "con las armas en la mano", aunque estos rindieran las armas. Sin embargo, tenemos que recordar que Joseba Elosegi protesta con indignación ante la tesis de que los curas vascos eran combatientes, y lo declara calumnia en la página 114 de ese mismo libro:
"Y en la misma carta también decía que 'varios de los miembros del clero vasco habían sido cogidos haciendo fuego contra el ejército nacional. Calumnia esta que fue lanzada por el propio Vaticano, en importante informe sobre la situación religiosa de España en aquel entonces. Nadie de buena fe puede creer que el clero vasco hizo la guerra con las armas en la mano. Su proceder fue en todo momento leal y recto. (Joseba Elosegi)".
Así pues, si bien la cuestión de los asesinatos queda despejada, en la confesión de uno de los miembros del grupo de asesinos, José Luis Vilallonga, su testimonio difiere del de Joseba Elosegi, en cuanto a si portaban o no armas, o simplemente se les asesinaba porque realizaban tareas polítcas que no gustaban a los rebeldes. Habría que encontrar pues testimonios de testigos vivos sobre este particular para despejar del todo esta incógnita. Prosigue José Luis Vilallonga relatando esas experiencias de su juventud:
"En la película "Fiesta", de Pierre Bourdon, inspirada en mi novela del mismo título, Jean-Louis Trintignant interpretaba el personaje del coronel y el maravilloso Laurent Terzieff el de un cura vasco que por haber disparado desde lo alto de su campanario contra nuestras tropas fue fusilado, vistiendo sotana, tras haber oficiado una misa para toda la oficialidad presente en Mondragón, donde tuvieron lugar los sucesos. "
Se trataba a la sazón del arcipreste de Arrasate, Don Joaquin Arin, de quien Mateo Mugica, obispo de los vascos, en carta al Cardenal Gomá, según cuenta Joseba Elosegi en la página 95 de esa misma obra, dijo: "¿Cómo fusilar al arcipreste de Mondragon Joaquin Arin y a esos otros sacerdotes que conocía tan bien? Todo el mundo en el ejército de Franco, desde el Generalísimo hasta el último soldado, hubieran hecho mejor besando sus pies". El suceso ha merecido obras literarias pero no juicios de tipo del de Nuremberg, que es lo que merece, sin duda ninguna.
"La orden de cargarse sin más a los curas vascos que cayeran en nuestras manos la dio el coronel al salir del opíparo desayuno que nos ofrecía todos los domingos después de la misa. A algunos de los jóvenes oficiales que estábamos bajo el mando de Gual de Torella aquella orden nos pareció exagerada porque dejaba claro que bastaba ser vasco, cura y combatiente para merecer la muerte. La orden del coronel se cumplió a rajatabla aunque algunos de nosotros, más cristianos que católicos, dejamos escapar a algunos curas aun a sabiendas de que nos jugábamos nuestras propias vidas. "
La orden del criminal rebelde "se cumplió a rajatabla", pero "dejaron escapar a algunos curas". Mi pregunta es: ¿No muestra esto que Jose Luis Vilallonga era dueño de sus actos cuando decidía obedecer o no obedecer órdenes injustas? ¿No muestra esto precisamente que a los que Jose Luis Vilallonga no perdonó podía haberlos perdonado, podía haberlos salvado pero no lo hizo? A Jose Luis Vilallonga le ví por primera vez hace unos años cuando en una entrevista, creo recordar que en la segunda cadena de TVE, reconoció haberse presentado "voluntario", por orden de su padre que de esta guisa quería endurecerle, al parecer, a un pelotón de fusilamiento, que iba limpiando la retaguardia tras el paso del ejército rebelde, para impedir que se asentase ninguna estructura política no afecta al régimen. Es decir, se trataba de establecer el terror y de eliminar cuadros políticos de otras fuerzas no rebeldes. Ese es el lugar en que se encuadró. Lo que me impacto especialmente es cuando le preguntaron si le conmocionaba fusilar a la gente, y reconoció que al final era "como matar conejos", creo que esas fueron sus palabras exactas. Mi pregunta es ¿cuántos "conejos" mató? Prosigamos:
"Yo recuerdo -lo recordaré siempre- los temblorosos rostros y los lívidos labios de los tres curas que dejé escapar, todos ellos de una edad superior a la mía. La verdad es que no cogimos a muchos porque corrían como gamos comparado con los "gudaris" y otros hombres armados que rindieron Bilbao con más facilidad de la que esperábamos. Los pocos que cogimos me produjeron vergüenza ajena porque, se lo hacían todo encima hipando de miedo... "
Se ve que el sr. José Luis Vilallonga, nunca se cagó de miedo antes de ser ejecutado, antes al contrario "le daba vergüenza ajena" que estas personas que sabían que iban a ser fusiladas tuvieran un miedo irrefrenable.
En fin, no vamos a darle mas vueltas. Este era el pájaro Jose Luis de Villalonga, aristocrata, escritor, actos, vividor, "Grande de España" y otras cosas mas entre las que se encuentra el ser uno de los que fusilaban al amanecer para el ejercito fascista. Ponganle ustedes el adjetivo que quieran.
De el hemos dicho en unas lineas muchas cosas salvo "que descanse en paz".
No lo diremos.