Domingo Uriarte Intxausti. De Bakio. Gudari desde el 36 y de corazón desde antes, porque la voluntad de una persona de defender a su Pueblo, a su gente y la Libertad y derechos de ambos va a menudo tan paralelo a la conciencia como a los acontecimientos y estos últimos sólo son el detonante necesario para mostrarse aquella. Esa voluntad y el golpe del 18 de Julio de 1936 fue lo que hizo a Txomin abandonar su casa para ir al frente, dar un paso al frente para asumir la posibilidad de morir y de matar, la incognita de un futuro que se perfilaba lleno de negros augurios y la seguridad de grandes sufrimientos y privaciones a partir de aquel mismo momento en que las curvas de la carretera se tragaron Bakio a sus espaldas el dia que se incorporaba como gudari al Batallón “Malato”.
Txomin, al igual que miles y miles de hombres y mujeres, de gudaris y milicianos, hicieron frente a la necesidad de luchar y lucharon. Libraron una guerra desigual, de David contra Goliat, donde la justeza de su lucha y de sus ideales fueron tan inmensos como el dolor, el miedo, el frio, el hambre… Y fueron derrotados y la Paz impuesta de la Nueva España lanzó sobre ellos todos sus perros y sus ladridos de uniformes, de sotanas, de chivatos, de propagandistas, de aprovechados. Txomin hizo la guerra que le impusieron hacer. Txomin sufrió el castigo que le impusieron y que le llevó a ser uno más entre los presos, uno mas en los Batallones de Trabajadores, uno más de los esclavos del franquismo en los Pirineos. Txomin volvió a su casa cuando el Régimen consideró oportuno y se encontró con que sus medios de vida ya no eran suyos. Txomin, al igual que tantos, tuvo que volver a plantearse su vida y su subsistencia en un medio hostil y lo hizo librando una guerra tan dura como la que acababa de sufrir contra la tristeza, el desanimo, la impotencia. Y en esta –su alegria y buen humor, su ilusion siempre viva y su interes ante las cosas lo atestiguan- nunca lo derrotaron ni un tanto asi.
Txomin hizo siempre lo que pudo a favor de la Libertad, escrita asi, con mayuscula. Esa que –como dijo un poeta- no cabe ni en los miedos, ni en las penas, ni en los mismos ataudes. Por eso la ultima vez que estuvimos con él en Bakio, cuando inauguramos el pasado mes de Junio el monumento dedicado a los gudaris y victimas del franquismo de este pueblo, nos decia socarronamente que el era un gudari “todavía en activo”. Esa convicción, esa fuerza, y el destello de los grandes sentimientos de humanidad que brillaban en sus ojos será lo que siempre recordaremos de el.
“…Voy a la tierra de mis amores / tierra de sueños, pais sin igual / rincón querido lleno de flores / donde me esperan dias dulces sin igual…”. Asi dice la letra del “Tango del Roncal” que Txomin cantaba, aquel con compusieron y cantaron los presos de los Batallones de Trabajadores de Bidangoz e Igal para calentarse el corazón e intentar alejar el frio de los huesos. Hacia esa tierra ha partido ayer Txomin Uriarte Intxausti, gudari de Bakio y buena persona.
Un hombre que como miles y miles de gudaris y milicianos fue un derrotado pero jamas fue un vencido.
Damos fe de ello.
Txomin, al igual que miles y miles de hombres y mujeres, de gudaris y milicianos, hicieron frente a la necesidad de luchar y lucharon. Libraron una guerra desigual, de David contra Goliat, donde la justeza de su lucha y de sus ideales fueron tan inmensos como el dolor, el miedo, el frio, el hambre… Y fueron derrotados y la Paz impuesta de la Nueva España lanzó sobre ellos todos sus perros y sus ladridos de uniformes, de sotanas, de chivatos, de propagandistas, de aprovechados. Txomin hizo la guerra que le impusieron hacer. Txomin sufrió el castigo que le impusieron y que le llevó a ser uno más entre los presos, uno mas en los Batallones de Trabajadores, uno más de los esclavos del franquismo en los Pirineos. Txomin volvió a su casa cuando el Régimen consideró oportuno y se encontró con que sus medios de vida ya no eran suyos. Txomin, al igual que tantos, tuvo que volver a plantearse su vida y su subsistencia en un medio hostil y lo hizo librando una guerra tan dura como la que acababa de sufrir contra la tristeza, el desanimo, la impotencia. Y en esta –su alegria y buen humor, su ilusion siempre viva y su interes ante las cosas lo atestiguan- nunca lo derrotaron ni un tanto asi.
Txomin hizo siempre lo que pudo a favor de la Libertad, escrita asi, con mayuscula. Esa que –como dijo un poeta- no cabe ni en los miedos, ni en las penas, ni en los mismos ataudes. Por eso la ultima vez que estuvimos con él en Bakio, cuando inauguramos el pasado mes de Junio el monumento dedicado a los gudaris y victimas del franquismo de este pueblo, nos decia socarronamente que el era un gudari “todavía en activo”. Esa convicción, esa fuerza, y el destello de los grandes sentimientos de humanidad que brillaban en sus ojos será lo que siempre recordaremos de el.
“…Voy a la tierra de mis amores / tierra de sueños, pais sin igual / rincón querido lleno de flores / donde me esperan dias dulces sin igual…”. Asi dice la letra del “Tango del Roncal” que Txomin cantaba, aquel con compusieron y cantaron los presos de los Batallones de Trabajadores de Bidangoz e Igal para calentarse el corazón e intentar alejar el frio de los huesos. Hacia esa tierra ha partido ayer Txomin Uriarte Intxausti, gudari de Bakio y buena persona.
Un hombre que como miles y miles de gudaris y milicianos fue un derrotado pero jamas fue un vencido.
Damos fe de ello.
AHAZTUAK 1936-1977