"Pienso que en la situación actual el gran fracaso es de la derecha que no admitió la derrota sobre el fascismo y el gran fracaso es también de la izquierda que no mostró la historia real a las siguientes generaciones. De ahí la crisis de valores y la vuelta de los fascismos en sus peores manifestaciones ante el asombro de la juventud, que desconoce el horror que traen las dictaduras..."
La voz de Adelina (Abramson) Kondratieva, brigadista internacional que participó en dos guerras,  se
 apagó el pasado 14 de diciembre a los 95 años, pero su lucha contra el 
fascismo sigue viva.
Era en España donde Adelina quería morir y así lo 
había manifestado. Presidenta de la Asociación
 Archivo Guerra y Exilio (AGE) y de la sección española del Comité 
Soviético de Veteranos de Guerra, era la única veterana con vida en 
Rusia. Había nacido en Buenos Aires
 en 1920, pero a los pocos años, cuando Adelina tenía doce, abandonó el 
país junto a su familia para establecerse en la Unión Soviética, de 
donde era originaria la familia Abramson. 
En enero de 1937 consiguió 
cruzar Europa junto a su padre, ambos con identidades falsas, para 
llegar a España en defensa de la República, para proteger la democracia y
 luchar contra los rebeldes como tantos otros voluntarios de la 
libertad. Su hermana Paulina se encontraba en Madrid como colaboradora 
en la editorial Europa-América y se había incorporado a las milicias, 
quedando destinada al batallón "Octubre", bajo el mando de Etelvino 
Vega. 
Por sus conocimientos de español fue destinada como intérprete en el Estado Mayor de la Fuerza Aérea Republicana (FARE). Con solo  17 años  fue
 la traductora de los quinientos aviadores rusos que combatían al lado 
de la República. Desarrolló su trabajo en las bases aéreas de Los 
Llanos, en Albacete, Murcia, Madrid y Alcalá de Henares, cuartel general de la Aviación Republicana, llegando a obtener el grado de Teniente. 
En
 1938 tras la retirada de las Brigadas Internacionales regresó a Moscú, 
ocupó el puesto de Teniente Superior del Ejército Rojo entre 1941-1949 y
 se doctoró en Historia. En 1994, junto con su hermana, presentaron “Mosaico Roto”, un libro donde se recogen sus memorias y los hechos del siglo XX en los que tomaron parte, como la ascensión de Stalin, la guerra de España, las muertes de Durruti y Andreu Nim, y la II Guerra Mundial. Adelina
 guardaba como un tesoro un reloj suizo que en julio de 1937 le regaló 
Juan Negrín, pero su mayor tesoro era la Memoria que mantuvo intacta 
hasta el último minuto de su vida. En esa vida –decía- como en la 
guerra, “en la que solo vencen los que están seguros de sus ideales”. Adelina venció.  
(Público. 19 / 12 / 2012) 


