sábado, julio 22, 2006

COMBATE POR LA MEMORIA, COMBATE POR LA LIBERTAD




El pasado 18 de julio se cumplió el 70 aniversario del golpe militar de 1936. El alzamiento militar que comenzó ese día fue acto primero y fundamental de un brutal plan de exterminio destinado a revertir por las armas la posibilidad de materialización del proyecto de reformas que los ciudadanos del Estado español habían elegido en las urnas el febrero anterior y que ya habían comenzado con mayor o menor profundidad a realizar en la práctica. Pero, sobre todo, lo que los sectores que realizaron y avalaron el golpe querían impedir al precio que fuese era el aprendizaje de la libertad por parte de la ciudadanía, y la interiorización por parte de la misma de las inmensas potencialidades y esperanzas que encerraba el ejercicio de su capacidad de decisión y acción. 70 años nos separan del inicio de aquel frontal asalto armado al «derecho a decidir» de los ciudadanos vascos y de los del conjunto del Estado español.

Pasadas siete décadas de aquella infausta fecha el año 2006 está cuajado de eventos en torno al franquismo por parte de instancias oficiales: Consejo de Europa, Congreso español, Parlamento de Gasteiz, diputaciones... Todo esto haría presuponer que ¡por fin! en dichas instancias hay un interés en encarar el golpe franquista y la dictadura posterior, sus víctimas, la verdad, la reparación, la justiciaŠ En ­como dice AI­ poner fin a la impunidad, al silencio y la injusticia. Sin embargo, hasta el día de hoy al menos, no están sirviendo más que para ver cómo los herederos políticos y biológicos del régimen franquista y algunos de los supervivientes del mismo aún en activo hacen gala y defensa de su «propia» memoria, dando por buenos o justificando ­unas veces con palabras, otras con silencios­ el golpe y la dictadura franquistas. A modo de ejemplo, en el Consejo de Europa la Declaración aprobada el 17 de abril por 43 países en París y dirigida al Ejecutivo español no ha tenido hasta la fecha repercusión práctica alguna, en el Congreso español sigue «estudiándose» la denominada Ley de Memoria Histórica que «abarcará por igual a vencedores y vencidos» con todo lo que ello augura, el tripartito de Gasteiz sigue con su programa de fotos y homenajes pero sin tocar mas allá de los discursos de Madrazo e Ibarretxe el fondo del problema ni siquiera donde tiene competencias para hacerlo...

En general esto es lo que hay. No podemos sino decir que la actuación de los estamentos institucionales no es al día de hoy sino la expresión de un intento de política de contención frente a un tema en el que se sienten incómodos ya que no saben cómo desactivar lo que en él subyace, pues su misma existencia es una denuncia de facto y una interpelación directa a todas las instituciones, partidos y políticos profesionales que han estado tanto gestionando desde 1975 el pacto de amnesia de la transición, que se olvidaron del mismo durante la década socialista, y que abrieron con ello la puerta no sólo a la continuidad de la injusticia para las víctimas del franquismo sino también al actual fortalecimiento de la ideología neofranquista del PP y sectores aledaños y al retroceso escandaloso de los ya de por sí escuálidos elementos democráticos vigentes en el Estado español.

La memoria incómoda

Frente a esta actitud institucional la memoria histórica de las víctimas del franquismo se está reconstruyendo y activando desde abajo, desde la ciudadanía, desde investigadores e historiadores comprometidos y desde las asociaciones que nos hemos planteado este combate por la memoria. Los que nos movemos en este terreno, o al menos algunos, sabemos por qué esta ocurriendo esto y no nos coge por sorpresa. Somos conscientes de que todo el proceso de debate, de toma de posiciones en torno a la memoria está atravesado por los debates y confrontaciones de la actualidad política en Euskal Herria y en el Estado español. No podía ser de otra forma puesto que la memoria no es algo aséptico, un terreno neutral, sino un campo más de confrontación ideológica, que es tanto como decir de confrontación política y social. La memoria puede tener y para nosotros debe tener un carácter emancipador o puede conformarse como un elemento más de dominación. Es por ello que se constituye en espacio de confrontación entre la historia oficial ­que no es sino la del proyecto de los vencedores del 36, asentado en el recorte de los derechos democráticos vigente hoy día­ y la historia emergente de los entonces vencidos ­que no es sino la de un proyecto en construcción democrático y emancipador­. Para nosotros la memoria es algo vivo, es instrumento de conciencia, herramienta de transformación, elemento de lucha actualŠ No concebimos la reivindicación de la memoria de los nuestros sin la reivindicación de sus ideas entre las que hoy asume mas vigencia que nunca la reivindicación del derecho a decidir y a que esa decisión sea respetada y no coartada o chantajeada con elementos de crispación o amenazas similares a los ya empleados en 1936.

Carácter político de las víctimas y la memoria

Entre los intentos que se dan desde diferentes instancias interesadas ­y no sólo son los neofranquistas del PP y sus aliados­ en que este combate por la memoria se zanje en una dirección muy concreta o acabe en vía muerta juega un papel central el intentar quitar a la lucha por la memoria y a las víctimas del franquismo su carácter político, o al menos diluirlo al máximo, tanto en cuanto a su referencialidad como en su carácter de agente activo. Esto es plenamente visible en el intento de mantener a las víctimas del franquismo y a sus asociaciones en el terreno de «lo social» entendido como «ayuda» y a la misma memoria en el marco de lo «histórico», pero desde una perspectiva historicista. Sólo así se entiende que en la CAV todo lo que tiene que ver con las víctimas del franquismo sea tratado en el Departamento de Asuntos Sociales y no en el Derechos Humanos, o la abismal distinción que se hace entre las víctimas del «terrorismo» y las del franquismo. Nadie discute en público el carácter político de las del franquismo pero en sus actuaciones intentan hacer ver que éstas somos restos de un pasado sin relación directa con el conflicto actual y con el momento que vivimos y sin capacidad de incidencia en el mismo. Argumento falso, puesto que la ligazón que la memoria y nuestros planteamientos y reivindicaciones en torno a ella mantienen con elementos que hoy se insertan en el debate politico saltan todos los días a la luz pública... ¿No es esto acaso evidente ante las declaraciones de elementos militares como el general Mena y otros ante el debate del nuevo Estatuto catalán o el proceso abierto en Euskal Herria? ¿O la intromisión de la Iglesia defendiendo «la unidad de España» o su beligerancia ante un enfoque laicista de elementos de la educación? ¿O la continuidad por parte del Vaticano de las beatificaciones de «mártires de la Santa Cruzada»? ¿O ante la ocupación por parte de los jornaleros andaluces del SOC de tierras de la Duquesa de Alba, que los abuelos de muchos de ellos realizaban en el año 1935 y que un año despues les costaria la vida?

Nuestra tarea

Tenemos una ingente tarea ante nosotros. Debemos construir y cimentar dos líneas de actuación entre personas y grupos, víctimas del franquismo y descendientes de las mismas, y entre entidades que trabajamos en este terreno en Euskal Herria y en el Estado. Una, la más evidente, es llevar hasta sus últimas consecuencias los planteamientos de verdad, reparación y justicia para las víctimas del franquismo con todo lo que ello implica en cuanto a revisión de condenas, apertura de archivos, eliminación de la simbología franquista, búsqueda de fosas comunes, juicio a los culpables... La otra, contribuir con nuestro trabajo y con la recuperación de la memoria a derrotar lo mucho que del régimen franquista queda en el panorama social y politico y que pasa por recuperar la clave de los valores democráticos por los que fueron asesinados o dieron su vida en el frente, en las cárceles, en el exilio o en la clandestinidad: el derecho a decidir de personas y pueblos y a que esta decisión sea respetada.

Nosotros intentamos aportar a dicha tarea elaborando y transmitiendo una memoria que recoja las dos fuentes que en Euskal Herria afluyen a ese hasta ahora bastante soterrado arroyo al que pretendemos darle nuevo ímpetu: una memoria que incorpore la entrega y sacrificio de la mayoritaria corriente independentista y la no menos importante corriente del componente republicano y de clase en sus diferentes acepciones socialista, anarquista, comunista... tal y como reflejamos en nuestro logo en el que aparece la ikurriña junto a la enseña republicana, que sin entrar en otras consideraciones simbolizan la lucha por la Libertad y el recuerdo y homenaje a los miles de gudaris y milicianos vascos y también de otros puntos del Estado que vinieron a luchar a Euskal Herria y que aquí dieron su vida unidos en la tarea de frenar el asalto fascista a su derecho a decidir su presente y su futuro. En este intento confluimos además ­la propia práctica nos lo demuestra­ con otras víctimas y descendientes de la mismas venidas a Euskal Herria desde otros puntos del Estado, a los que también integramos en nuestra dinámica: son los que se vieron obligados a emigrar en los años 40, 50, 60... y que en muchos casos no fueron meros emigrantes económicos, sino con un componente político que les convierte en desterrados, en represaliados.

A la hora de cerrar este escrito tenemos conocimiento de que en varios pueblos de Araba, en Asparrena, en Maeztu, en Leza... han aprobado en un pleno extraordinario la moción que hemos hecho llegar a cuarenta ayuntamientos de Araba y Bizkaia. Al igual que con EHAK, único grupo que ha contestado a una petición de reunión hecha a todos los grupos del Parlamento de Gasteiz hace ya tres meses, vuelve a demostrarse que hace más quien quiere que quien puede.

Para todos ellos un fuerte abrazo desde la hermandad en este combate por la memoria y la libertad.

*Este articulo ha sido enviado el 19 de Julio a los periódicos "El Correo Español", "Deia", "Gara" y "Berria". Hasta la fecha sólo ha sido pueblicado en "Gara"