Escuché atentamente a la Sra. Mendia cuando decía que «no es solo una cuestión de reparación e indemnización a estas víctimas, sino que con este decreto queremos descorrer la cortina del silencio, abandono y olvido que ha envuelto a todas ellas durante mucho tiempo. Frente a la impunidad, la verdad por delante». Y me gustaron sus palabras.
Y seguí atendiendo cuando decía que «no es un decreto que vaya a enjuiciar las conductas de quienes hayan podido ser victimarios», y calificaba las acciones de los mismos como «acciones indebidas». Y ya no me gustaron sus palabras, creo que por hipócritas. Pero seguí escuchando y viendo a la consejera en la presentación de un decreto de reconocimiento a las víctimas estatales (no olvidemos el contexto), le oí afirmar, sin ruborizarse ni que le temblara la voz, que quería «tranquilizar» a las víctimas de ETA, garantizándoles que en este decreto «no caben ni la equiparación ni la equidistancia». Y sus palabras me enfadaron, porque volvían a situar como víctimas de segunda a las víctimas que supuestamente iban a reconocer.
De todas maneras, en algo le doy la razón a la Sra. Mendia, y por extensión al Gobierno Vasco del PSOE: mi hermano Mikel Salegi, asesinado por la Guardia Civil en un control de carretera, jamás será «igual o equivalente» al torturador Melitón Manzanas, símbolo de la represión franquista, y reconocido a título póstumo como «víctima».
Cada cuál es responsable de sus palabras y actitudes, Sra. Mendia.
(Gara. 25 / 02 / 2012)