Gracias a la labor de las asociaciones de familiares y los colectivos de recuperación de la memoria histórica y víctimas del franquismo, sabemos que el modelo español de impunidad es un fiasco.
La apertura de diligencias llevada a cabo por Baltasar Garzón, para decidir si admite a trámite las solicitudes de varias asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, es una noticia positiva. Ahora bien, no creo que el juez libre el mismo combate, ni esté alentado por la misma esperanza, que todas esas personas que no han cesado en el intento de recabar la información necesaria para conocer el nombre y paradero de las personas represaliadas, asesinadas y desaparecidas, así como el modo, la autoría, las fechas y lugares en que se produjeron los crímenes cometidos desde el 17 de julio de 1936 y durante la dictadura franquista.
Un censo oficial de personas fusiladas, desaparecidas y enterradas tendría que haber sido impulsado por el Gobierno de Felipe González (dime de lo que presumes). Garzón gozaba en ese momento en una posición privilegiada para promoverlo. ¿Hasta dónde llegará «el hombre que veía amanecer»? Analizando el macroproceso 18/98, razones no me faltan para el escepticismo.
Me pregunto si el juez estrella llegará a cuestionar los pactos que desmantelaron el legado de la II República, y que posibilitaron la continuidad de instituciones fundamentales surgidas de la dictadura, así como las transacciones entre las elites provenientes de la dictadura y partidos de la oposición? ¿Revisará las leyes de amnistía de 1976 y 1977 que beneficiaron a autoridades y funcionariado responsables de la represión? Al fin y al cabo los delitos relacionados con violaciones de los derechos humanos y crímenes contra la humanidad no prescriben, ¿o sí? Los perpetradores de todos esos crímenes han gozado de total impunidad, gracias a que los sucesivos «gobiernos de la democracia» nunca dieron respuesta a la demanda de verdad, justicia y reparación de las víctimas.
Nuestra modélica transición ha vaciado de cultura democrática al pueblo español, generando temor y desconfianza ante lo que no sea «orden». Hemos sido socializadas para que valoremos la paz por encima de la justicia y la libertad, haciéndonos creer que hubo dos bandos (simetría) que cometieron atrocidades, y evocando el fantasma de la guerra civil. La propaganda fascista instauró el año 1939 como «el año de la victoria», consagrando espacios (monumentos, cruces,...) y tiempos (efemérides, aniversarios,...) a los «caídos por Dios y por España».
Existen otras víctimas indirectas del franquismo. Toda una generación a la que se le ha impuesto una historia oficial cuajada de silencios y de prohibiciones de evocación de los hechos, imposibilitando la construcción de una memoria colectiva. 72 años, 1 mes y 22 días del alzamiento fascista. 32 años, 9 meses y 20 días de la muerte del dictador Francisco Franco. ¿Para cuándo la rehabilitación moral, jurídica y política de quienes combatieron por la libertad y la justicia?
(Gara. 9 / 09 / 08)