Desde
la historiografía oficial se suele evitar explicar un fenómeno curioso
que ocurrió durante la aclamada transición: cómo simultáneamente
multitud de franquistas que colaboraron durante décadas con la dictadura
pasaron a tener sensibilidades
democráticas casi de la noche a la mañana: Suárez, Martín Villa, el rey,
Fraga, Gutierrez Mellado... Algunos como Fraga llegaron a ser ministros
y a firmar sentencia de muerte otros como Gutierrez Mellado ya en la
guerra civil dirigían la quinta columna en el cercado Madrid
republicano.
Uno tiene que leer otras cosas para encontrar
alguna explicación de este raro fenómeno. Tienes que leer otras cosas
para conocer la importancia que tuvieron la gran respuesta popular que
hubo en la calle o el vuelo de Carrero en el desmoronamiento del
régimen. Y ante el peligro de que hubiese una ruptura de verdad con el
franquismo, los-demócratas-de-toda-la-vida, los que llevaban durante
décadas matándonos y torturándonos, los Suarez, los Fraga decidieron
tutelar una transición. Una transición donde si aceptabamos lo
inaceptable nos perdonaban y nos dejaban presentarnos a las elecciones.
Eso es lo más grotesco. Que encima han sido ellos los que nos han
perdonado y nosotr@s los que les tenemos que darles las gracias.
Si a pesar de todo la transición tuvo algo positivo, que lo tuvo, no se
lo debemos a Suárez ni al Rey si no a tod@s los luchador@s
antifascistas, incluidos los más de un centenar (según el periodista
Alfredo Grimaldos) que murieron en la calle durante la transición por
las balas de la policía o de los grupos de extrema derecha siempre
respaldados por los aparatos del estado. Ell@s se merecen hoy un minuto
de silencio. Suárez nuestra memoria democrática y antifascista te
perseguirá siempre. Púdrete estés donde estés.
Foto: Suárez jura en presencia de Franco y de Herrero Tejedor su cargo como secretario general del Movimiento (EFE)