El nuevo libro El alcalde de Floridsdorf es una novela basada en una
historia real sobre los olvidados entre los olvidados de una guerra: los
combatientes extranjeros perdedores de la contienda", abre los ojos al
lector el periodista Aitor Azurki. Este guipuzcoano invita a escarbar en
la memoria. En este caso, en la del comunista Marcelo Usabiaga (1913).
Su hijo, Miguel, es el autor de esta nueva referencia de la editorial
Irreverentes. El de Hernani ha elaborado la trama partiendo de los
recuerdos imborrables de su aita, que compartió prisión con los
protagonistas y pudo ver cómo maquis internacionalistas se jugaban la
vida por una patria que no era la suya.
El alcalde de Floridsdorf excava intriga desde la Prisión Central de Burgos. Usabiaga hijo contextualiza las tribulaciones de tres extranjeros antifascistas que compartieron frío, hambre y un trozo del pastel podrido que fue la dictadura franquista en años como 1949. Los tres internacionalistas, guerrilleros que habían entrado en España con el maquis para combatir a Franco, planearon su evasión de la cárcel castellana mediante la excavación de un túnel subterráneo, minando muros y cimientos.
Hoy en día, gracias a los Usabiaga, perviven como símbolo de la lucha por la libertad un polaco, un alsaciano, y un austriaco, "el alcalde de Floridsdorf". Junto a ellos cumplía pena un catalán. A lo largo de esta obra, durante el tiempo de construcción del túnel, se retrata la vida en una cárcel franquista de la posguerra. Los castigos, el hambre, las torturas que padecen los prisioneros; pero también la dignidad, la solidaridad que reina entre los presos políticos, que son mayoría en la prisión, y que son capaces de construir intramuros una sociedad justa, igualitaria. "Sin embargo, la nueva actitud servil de los fuguistas, adoptada por las necesidades de la evasión, hace que afloren las incomprensiones, el odio, el sectarismo más cruel. Tiempos duros, que no permitían matices", previene la editorial.
El trabajo
El alcalde de Floridsdorf excava intriga desde la Prisión Central de Burgos. Usabiaga hijo contextualiza las tribulaciones de tres extranjeros antifascistas que compartieron frío, hambre y un trozo del pastel podrido que fue la dictadura franquista en años como 1949. Los tres internacionalistas, guerrilleros que habían entrado en España con el maquis para combatir a Franco, planearon su evasión de la cárcel castellana mediante la excavación de un túnel subterráneo, minando muros y cimientos.
Hoy en día, gracias a los Usabiaga, perviven como símbolo de la lucha por la libertad un polaco, un alsaciano, y un austriaco, "el alcalde de Floridsdorf". Junto a ellos cumplía pena un catalán. A lo largo de esta obra, durante el tiempo de construcción del túnel, se retrata la vida en una cárcel franquista de la posguerra. Los castigos, el hambre, las torturas que padecen los prisioneros; pero también la dignidad, la solidaridad que reina entre los presos políticos, que son mayoría en la prisión, y que son capaces de construir intramuros una sociedad justa, igualitaria. "Sin embargo, la nueva actitud servil de los fuguistas, adoptada por las necesidades de la evasión, hace que afloren las incomprensiones, el odio, el sectarismo más cruel. Tiempos duros, que no permitían matices", previene la editorial.
El trabajo
El encargado de rescatar esta historia ha sido Miguel Usabiaga (Donostia, 1961), un arquitecto que estudió la carrera en Barcelona, y que regresó a su ciudad natal para abrir el estudio profesional donde realiza su trabajo. El alcalde de Floridsdorf es su cuarta obra publicada, tras la premiada novela El Caso Martana; otra formada por un conjunto de relatos editados por el Foro de la Memoria Histórica; y una tercera titulada La joven guardia.
Consultado por DEIA, el periodista Aitor Azurki, autor del ya relevante manual sobre los últimos milicianos y gudaris vivos Maizales bajo la lluvia, anima a adquirir el libro de los Usabiaga. Aporta las claves de la novela. "Es un libro tan interesante en lo que cuenta como en lo que no cuenta, esto es, todo el proceso de investigación hasta dar con los tres internacionalistas es magnífico, sublime. En definitiva, esta obra, así como su investigación anterior hasta concluirla, es digna de una película o serie televisiva, pues lo tiene todo: personajes muy marcados, característicos y verdaderos, tanto los tres o cuatro protagonistas como el autor y su fuente, en este caso su padre. Todo ello en un contexto como la Guerra Civil y la posguerra que aún hoy sigue enganchando a generaciones enteras, una trama que atrae y nada liosa, un final interesante y lo que es mejor, basado en una historia real sobre los olvidados entre los olvidados de una guerra: los combatientes extranjeros perdedores de la contienda", desgrana.
En este caso, son el austriaco Orlistch, el polaco Keller y el alsaciano Eichner. Quien no ha tenido la oportunidad de leer el libro debe saber, sin estropear nada del contenido, que Marcelo Usabiaga, después de la puesta en libertad, perdió los caminos de sus camaradas presos. "Es laborioso para los protagonistas dar con el rastro de sus camaradas, y más en una dictadura. Cada uno sale en libertad en un momento distinto, cada uno se fue a quién sabe dónde. En este caso, al tratarse de extranjeros, el problema se acentúa", lamenta el escritor.
A diferencia de Marcelo, ninguno queda vivo. Orlistch regresó a Viena y fue recibido con honores de héroe; Keller residió en Alemania, y Eichner "no soportó las vejaciones, las torturas, el aislamiento de la cárcel y se volvió loco, muriendo en un hospital psiquiátrico penitenciario", explica.
Miguel Usabiaga escribió el libro en momentos libres acompasados en el tiempo, durante varios años. La fuga literaria arranca de las vivencia de su padre, que "conoció los hechos por estar preso en ese momento junto a los protagonistas", subraya y va más allá: "Tras el comienzo, la detuve porque estuve dedicado durante más de tres años a terminar las memorias de mi padre, Marcelo Usabiaga, publicadas con el título La joven guardia".
Las cárceles de Franco
El libro contribuye a la memoria histórica. A juicio del autor, la novela aporta información de cómo eran las durísimas condiciones de vida en las cárceles de Franco; conocimiento de que en el maquis, en las operaciones guerrilleras del año 1944, cuando "numerosos grupos pasaron los Pirineos armados para enfrentarse al régimen franquista, también había extranjeros solidarios con la República abatida". Algunos que habían estado en las Brigadas Internacionales, y otros no, otros nuevos internacionalistas. Y, por lo tanto, conocimiento de que en las cárceles españolas en esos años también había presos extranjeros que habían acudido a la llamada solidaria de luchar por la libertad. "Estas dos últimas cuestiones no son muy conocidas", lamenta.
Usabiaga hijo incide en que le interesan las historias de los más desvalidos. ¿Qué le atrae del maquis, personas refugiadas en los montes en rebeldía y oposición armada al sistema político establecido? "El maquis representa a los indoblegables, a los que luchan a pesar de las dificultades, a pesar de que lo más probable es la derrota. Luchan a pesar de la desproporción de sus fuerzas frente al enemigo, y son fuertes porque les asiste la razón, y les mantienen firmes los principios. En este caso, el hecho de ser extranjeros les brinda un barniz más romántico, se juegan la vida por la libertad con mayúsculas, la libertad para un pueblo que no es el suyo", concluye al respecto. Los tres protagonistas, a su juicio, comparten similares componentes: el romanticismo de la causa justa; el dejarlo todo por los ideales. "A mi padre le pondría el adjetivo de hombre de una pieza, sin fisuras, de una entereza moral intachable, y muy valiente".
Generación irrepetible
Miguel tiene claro cuáles fueron los ideales de una generación que no se repetirá. "Ellos, e incluyo a mi padre, lucharon por sus ideales sin esperar recompensa alguna. Caminaron siempre con los pies desnudos sin pedir nada a cambio. Creo que todos ellos sabían que ante una situación injusta hay que pelear, aun sin saber si se va a ganar, que hay que resistir aunque se pierda, porque en el hecho mismo de la resistencia está la recompensa moral, la que le hace a uno mejor persona y fiel a sí mismo", evoca.
(Deia. 15 / 12 /2013)