Familiares, amigos y compañeros de
lucha recordaron ayer a la militante revolucionaria Yolanda González,
deustuarra que murió a manos del ultraderechista Emilio Hellín el 1 de
Febrero de 1980 en Madrid, tras ser secuestrada por un comando del
Batallón Vasco Español (BVE) en su propia casa.
Minutos antes
de las 20.00, hora de inicio del acto, el centro Bidarte, en el corazón
de Deustua, presentaba un lleno absoluto, hasta el punto de que varios
de los cientos de asistentes tuvieron que seguir el acto de pie desde
los laterales de la sala.
El bertsolari Arkaitz Estiballes
abrió el homenaje con un sentido bertso en el que además de recordar la
figura de González recalcó la «impunidad» que rodea a Emilio Hellín,
estos días de nuevo en boca de todos por su participación como perito en
el juicio por la muerte de los dos niños de Córdoba. Esta apelación a
la justicia fue una constante durante todo el acto.
Tras un
aurresku en honor a la familia se dio paso a un video en el que
compañeros de militancia y amigos trazaron con sus testimonios un perfil
vital e ideológico de Yolanda González, además de incidir en las
oscuras circunstancias del secuestro y la muerte.
La segunda
parte del video se centró en profundizar en la figura de Emilio Hellín,
analizar su estancia en la cárcel, sus constantes fugas -una de ellas a
Paraguay junto a toda su familia-, su ayuda a las fuerzas militares del
dictador Stroessner en el mismo país sudamericano y sobre todo, su
colaboración, de vuelta en el Estado español, con varios cuerpos
policiales, incluidos la Ertzaintza y los Mossos d'Esquadra.
Una sentida mesa redonda
El homenaje incluyó una mesa redonda en la que participaron el
historiador Josu Chueca; Itziar Manteca, compañera de militancia de
González; Alejandro Arizkun, por aquel entonces compañero sentimental de
la deustuarra; Asier González, su hermano; y Ane Morales, una militante
del barrio. Sus distintos relatos compusieron una emocionante y
emocionada radiografía de Yolanda González, desde el plano histórico,
político y también personal, confluyendo en un mensaje nítido: que 31
años después, por fin se haga justicia.