En 1936 vivía en Mundaka y el comienzo de la guerra le sorprendió en Inglaterra embarcado en un mercante. De STV, se alistó más tarde en la Marina Auxiliar del Gobierno de Euzkadi y le destinaron al bou Nabarra, donde embarcó en enero del 37 con 20 años como marmitón. Tomó parte en todas las actividades del bou (servicios de escolta y vigilancia) hasta el combate de Matxitxako con el crucero franquista Canarias, aquel inolvidable 5 de marzo de 1937.
Durante la batalla a él le tocó trasladar proyectiles desde el pañol a los cañones. Cuando el barco quedó sin propulsión por los impactos del Canarias pudo abandonar el bou y alcanzar uno de los botes salvavidas.
Fue uno de los 20 supervivientes apresados por el Canarias. Una vez desembarcado en Pasaia fue enviado a la cárcel de Ondarreta. Sería juzgado con los demás prisioneros de los militares sublevados españoles y condenado a muerte. La persistente intercesión ante el general Franco del comandante del Canarias, capitán de navío Salvador Moreno, y del oficial de tiro, capitán de corbeta Manuel Calderón, consiguió que se les indultara y se les pusiera en libertad el 30 de noviembre de 1938.
hasta la jubilación Después de la guerra volvió a embarcar en buques mercantes hasta su jubilación. Se casó con Honorina y tuvo dos hijos, Maite e Iñaki. Se afincó en San Juan de la Arena (Asturias), donde residía estos últimos años.
Solía acudir a los homenajes a los itsasgudariak en Bermeo hasta que la edad se lo impidió. En 2007 recibió el homenaje de sus vecinos de Ibarrangelu. Erigieron en su honor un monolito en Akorda. Allí, la asociación Matxitxako de familiares de miembros de la Marina Auxiliar también le tributó homenaje el 25 de abril de 2010.
El portavoz de Matxitxako Elkartea, Juan Pardo San Gil, le visitó en su casa de Asturias en 2008 para grabar su testimonio. "Era muy agradable, simpático y querido en su pueblo de adopción. Su mujer, Honorina, encantadora nos acogió con mucho cariño a pesar del revuelo que organizamos en su casa", rememora. Telletxea recordaba bien lo ocurrido en el combate. "Como todos los tripulantes del Nabarra que he conocido, tenía palabras de agradecimiento para el capitán Manuel Calderón, a quien debía la vida. Estaba orgulloso de lo hecho y de su servicio en la Marina Auxiliar. Aseguraba rotundo que lo volvería hacer si le tocara revivir aquella situación".
(Deia. 21 / 12 / 2011)