Durante años, nadie en el Estado español se interesó por este sumario abierto por el juez italiano Giovanni Salvi y que tenía un título muy clarificador: «Contra ETA en el sur de Francia». En marzo de 2009, tras la reapertura de la investigación en la Audiencia Nacional, Calore ratificó ante Andreu algunos datos ofrecidos por otro ultraderechista, Angelo Izzo, que reveló que a mediados de los años 70 este grupo actuó usando como base una masía catalana y que al menos un militante de ETA fue secuestrado allí, torturado y muerto. En concreto, Calore dijo conocer esa casa de campo y añadió que el plan era que tras pasar por ella los secuestrados debían ser «enterrados en el bosque» cercano.
Sin embargo, este ex neofascista ya no hablará más. Murió de modo extremadamente violento el 6 de octubre del pasado año: sufrió una paliza y fue degollado posteriormente. Su final ha tenido amplia repercusión en Italia, donde Sergio Calore fue decisivo para aclarar las tramas ultras de los años 70, pero paradójicamente no ha tenido ningún eco en el Estado español hasta ahora, en que Angel Amigo ha recogido lo sucedido en un video para ETB. ``El caso Calore'' sucede a ``El año de todos los demonios'', trabajo que dio difusión pública a la pista italiana sobre la desaparición de Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, en julio de 1976. La investigación judicial va en paralelo.
Izzo y Concutelli
Pertur es el único miembro de ETA desaparecido en las fechas investigadas y que encaja por tanto en los testimonios de los neofascistas italianos. «Sólo cabe que sea él», recalca Amigo, que fue compañero de militancia de Moreno Bergaretxe además de cineasta e investigador del caso.
Sin embargo, esta pista tan sólida queda muy debilitada ya debido a los 35 años transcurridos desde los hechos. El relato de Angelo Izzo es claro pero indirecto, ya que en aquel momento estaba en la cárcel y refiere sólo lo que le han contado. Izzo remite a otro neofascista llamado Pier Luigi Concutelli y que sí pudo tener una participación directa. Andreu también le interrogó, pero Concutelli sufre una enfermedad muy avanzada y no aportó nada nuevo. Y ahora el tercer testigo clave, Sergio Calore, ha muerto en circunstancias tétricas: según el documental, su final se ha presentado como un caso de delincuencia común, pero nadie ha sido detenido y el modus operandi apunta más bien a un «escarmiento».
Se llegue adonde se llegue, la probabilidad de que mercenarios italianos participaran en la desaparición de Pertur, desde siempre atribuida oficialmente a ETA bajo el argumento de discrepancias internas, cuenta cada vez con más datos a favor.
Además de las declaraciones de Izzo y Calore, se sabe que la Policía encontró en el domicilio de Concutelli una pistola Ingram que había utilizado para dar muerte al juez italiano Ocorccio. «Cuando la Policía italiana indagó sobre la procedencia del arma, descubrió que ésta formaba parte de un pedido hecho por la Policía española. En el albarán de compra figuraba con claridad el nombre y la firma del comisario Conesa, uno de los más conocidos agentes de la represión franquista en España», explica el documental, al que GARA ha tenido acceso. «Paradójicamente, los testimonios de gente como Calore, que en Italia llevaron a la cárcel a Concutelli y a la desarticulación del neofascismo armado, en España no sirvieron de nada», añade.
También es notoria la presencia de fascistas italianos compañeros de los citados en otros ataques ultras perpetrados en 1976, como la matanza de Montejurra, en cuyas fotografías fueron identificados Stefano della Chiae, Ricci, Cauchi...
El trabajo de Amigo pone en su contexto esta colaboración entre fascistas, que era característica de la época: «Los mismos que asesinan a un juez en Italia se dejan ver en Montejurra tiroteando a carlistas autogestionarios, mientras colocan simultáneamente bombas en Argel, atentan contra refugiados vascos en el sur de Francia, matan a responsables de los GRAPO o a izquierdistas solidarios con la lucha de Sudáfrica o dan muerte a opositores al régimen de Pinochet, como es el caso de los asesinatos del general Prats en Buenos Aires, el canciller Orlando Letelier en Washington o el dirigente de la democracia chilena Bernardo Leighton en Roma».
¿Y la masía?
En los últimos meses no han trascendido nuevas diligencias sobre el caso por parte del juez Fernando Andreu. No consta, por ejemplo, que se haya realizado algún intento de encontrar la masía catalana citada por los ultras italianos, sobre la que se vienen aportando bastantes datos desde las primeras declaraciones judiciales en Roma del año 1984, que pasaron desapercibidas o fueron obviadas por los jueces y fiscales españoles.
Por ejemplo, Angelo Izzo ubicó la masía cerca de Barcelona y apuntó que el nombre con el que la conocían era ``La Fábrica''. Y el malogrado Calore añadió que recordaba que estaba «llena de fotos de etarras».
El sumario sigue abierto. Andreu también ha interrogado a ex militantes de ETA, en un intento de seguir dejando todas las hipótesis abiertas.
La desaparición de Eduardo Moreno Bergaretxe se sigue investigando en la Audiencia Nacional, con todas las hipótesis abiertas. Y sin embargo, la Abogacía del Estado parece tener todas las respuestas, ya que ha incluido su muerte como uno de los datos contra Sortu en la demanda presentada en el Tribunal Supremo español y que se verá mañana en vista oral en Madrid. Un ejemplo palmario del rigor del citado escrito.
La Abogacía recurre a este elemento para argumentar que el nuevo partido no ha sido descalificado por ETA, al contrario de lo que dice que sí ocurrió por ejemplo con Aralar. En este punto, la demanda cita cuál ha sido la respuesta que la organización ha dado históricamente «a los disidentes: el tiro en la nuca, primero a Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, y luego a Dolores González Catarain, Yoyes, para demostrar el respeto que les merecía el abandono de las armas y lo que les pasaba a quienes osaban dejarlas públicamente o cuestionaban el terrorismo desde dentro». Lo dicho, la Abogacía del Estado sabe incluso cómo murió el desaparecido.
La representación de la familia ha insistido ante el juez en la necesidad de interrogar a mandos de la época como el entonces responsable de los servicios secretos españoles en Euskal Herria, Angel Ugarte –que ha escrito bastante sobre Pertur–, o el que era gobernador civil de Gipuzkoa, Emilio Rodríguez Román. Al parecer, Ugarte ha declarado ya sin aportar nada significativo, lo que contrasta con su tesis de que a Pertur lo hizo desaparecer ETA. ¿Por qué no existe entonces ningún documento en archivos policiales? ¿Cómo puede ser que nadie investigara el caso?
(Gara. 20 / 03 / 2011)