El alcalde, Sotero Plazaola, y el concejal de Cultura, Mikel Altzelai, presentaron el martes los actos y recordaron que han pasado ya 75 años desde que la guerra transformara "profunda y dramáticamente la realidad de Legazpi". Añadieron que fue "una experiencia escalofriante que marcó a sangre y fuego el futuro de nuestro pueblo". Para dar fe de ello ofrecieron diversos datos: en una localidad que no llegaba a 2.400 habitantes murieron 59 personas, unas 300 tuvieron que huir y más de 250 fueron encarceladas, destinadas a batallones de trabajadores, exiliadas, multadas o depuradas. "La guerra, de forma directa o indirecta, afectó a todas las familias".
Plazaola y Altzelai comentaron que tras el triunfo de los fascistas "un manto de silencio obligado y garantizado por el aparato represivo franquista cubrió aquel drama. Durante decenios los perdedores (nacionalistas, republicanos, socialistas...), además de tener que vivir en un Estado totalitario sin derechos civiles ni políticos, ni siquiera pudieron llorar ni honrar a sus familiares".
El Ayuntamiento quiere resarcir en la medida de lo posible a todas esas familias y para ello va a reivindicar el honor y el buen nombre de los legazpiarras que defendieron valientemente la legalidad democrática. "Recordamos y recordaremos con orgullo y agradecimiento a aquella generación valiente, generosa e idealista, que movida por sus profundas convicciones abertzales o por sus ideales de un mundo más justo luchó valientemente para detener al fascismo. Queremos mostrar, así mismo, nuestro cariño a todas las víctimas legazpiarras y a sus familias que durante tantos años han tenido que llevar su dolor en silencio". El Consistorio hace extensible el reconocimiento a todos los antepasados de los legazpiarras de hoy en día que lucharon en otros pueblos de la península ibérica.
Para que los legazpiarras de hoy en día y las generaciones venideras no olviden jamás lo que sucedió tras el alzamiento franquista, el vecino Iñaki Iurrebaso ha escrito el libro Legazpi 1936. El autor comenta que la guerra fue bastante más dura de lo que se cree en la localidad de Urola Garaia. "Cuando comenzó la guerra algunas zonas quedaron en manos de los franquistas y otras en manos de los republicanos. Durante los dos primeros meses Legazpi estuvo en manos de los republicanos. El frente estuvo en los límites de la localidad, pues Zegama cayó en manos franquistas nada más comenzar la contienda".
Iurrebaso recuerda que en Legazpi la gran mayoría de los vecinos eran del bando que perdió la contienda. "El PNV tenía muchísima fuerza. Más que en el resto de los pueblos de Gipuzkoa y Euskal Herria. También había gente de izquierdas. Cuando estalló la guerra el Ayuntamiento y los colectivos locales organizaron la defensa del municipio: hicieron trincheras, consiguieron armas, entrenaron a los jóvenes... Además, llegaron más de 200 refugiados de la zona de Zegama, Araba y Nafarroa. Todos estaban a la espera de la ofensiva y ésta llegó cuando cayeron Donostia e Irun. Los franquistas tomaron Legazpi el 19 de septiembre. Previamente hubo combates en los montes del pueblo y, que nosotros sepamos, en ellos murieron seis personas: tres legazpiarras y tres foráneos".
Se plantó cara para retrasar al máximo la entrada a la localidad y facilitar así la evacuación. Casi todos los hombres abandonaron Legazpi y unos 300 lo hicieron para mucho tiempo. Nada más entrar, los franquistas se dirigieron a las sedes del PNV y de Izquierda Republicana. "La ikurriña, la foto de Sabino Arana, el piano, los libros y los documentos fueron arrojados por la ventana y se les dio fuego. Después fueron de casa en casa en busca de nacionalistas e izquierdistas".
Iurrebaso recuerda que se fusiló a nueve personas. Los que salvaron la vida tuvieron que padecer el nuevo sistema. "Los ocupadores tomaron el Ayuntamiento e impusieron su simbología y sus normas. En lo que respecta a los que huyeron, lucharon como gudaris o milicianos. Muchos murieron y otros acabaron en la cárcel o en los batallones de trabajo".
Todo esto se cuenta mucho más detalladamente en el libro Legazpi 1936. La publicación tiene casi 300 páginas y en ellas se han incluido muchas fotografías. "Algunas son de archivos particulares y otras de la fundación Lenbur. También hemos metido imágenes de otros lugares, pues en el bombardeo de Gernika, por ejemplo, murió un legazpiarra". Estas fotografías han sido cedidas por la fundación Euskal Memoria.
El libro está dividido en dos partes. En la primera se describe cómo era Legazpi antes de la guerra y se ofrece información sobre la contienda y sus consecuencias. En la segunda parte se han recopilado las biografías de los 59 legazpiarras fallecidos. "De algunos hemos conseguido mucha información y de otros, desgraciadamente, no tanta", aclara el autor.
Iurrebaso quiere dejar constancia de la magnitud de la tragedia. "59 muertos y 300 exiliados son muchos para una localidad de menos de 2.500 habitantes. Algunas familias sufrieron especialmente, pues varios de sus miembros tuvieron que pasar por la cárcel. A nuestros abuelos y abuelas les tocó vivir una experiencia muy dura", resume.
Pero lo que más ha impresionado a Iñaki Iurrebaso es que, aunque han pasado ya 75 años, en muchas familias sigue muy vivo el recuerdo. "Mucha gente lleva dentro el dolor y empieza a llorar en cuanto se le saca el tema. Han acogido con alegría la iniciativa, pues tienen la sensación de que durante todos estos años nadie se ha acordado de ellos". El libro y la placa que se colocará en el Ayuntamiento se encargarán de recordar lo que sucedió en Legazpi.
(Noticias de Gipuzkoa. 12 / 03 / 2011)