EN el trabajo que desde diferentes colectivos se realiza por la recuperación de la memoria, se pueden apreciar evidentes divergencias que pudieran pensarse superficiales pero que, probablemente, sean más de fondo de lo que aparentan.
Son ya muchas, demasiadas en mi opinión, las veces que, resignados, tenemos que escuchar determinados discursos en homenajes a víctimas del franquismo. La última, en el acto organizado por la Asociación de Familiares de Fusilados, celebrado el sábado 17 de abril en la Ciudadela de Iruñea. Muchas personas, ya hartas, han dejado de asistir, y otras, pensando que éste también es nuestro sitio y a pesar de las diferencias, reivindicamos nuestro derecho a asistir, pero sin ser maltratados con la palabra. A muchos de los represaliados, si levantaran la cabeza, se les revolvería las tripas como a muchos de nosotros.
Sin embargo, y probablemente lo consigáis, al final acabaremos por no asistir, y si los medios y el poder consideran que habéis limado suficientemente el discurso, que ya es políticamente correcto, habréis conseguido, formalmente, monopolizar y acabar al mismo tiempo con la lucha por la memoria.
¡Pero qué pobreza! Si así fuese, demostraríais haber aprendido muy poco de vuestra lucha, pues no dejaría de ser una falsa ilusión. Algunos sabemos bastante de homenajear en silencio, y lo volveremos a hacer en la actualidad, si es necesario, como lo hicimos en la dictadura. Cuando sufrimos una situación fruto del atado y bien atado de Franco, de una Transición que mantuvo las estructuras franquistas sin ningún tipo de revisión de la herencia política del franquismo, y cuando llevamos más de treinta años de falsa democracia, escuchar lo de democracia asentada, la verdad es que indigna.
Cuando hay una parte importante de la población que tiene anulados y limitados sus derechos, cuando se fabrican leyes injustas dirigidas a determinados sectores concretos de la población, cuando se encarcela arbitrariamente y a posteriori se fabrican las pruebas de culpabilidad… por no hablar de la tortura la desaparición y el asesinato. En esta situación, repito, decir que vivimos en una democracia asentada es tener mala fe o estar definitivamente en el otro lado. Porque es una evidencia que, aunque para determinadas políticas no sea rentable aceptarlo, existen dos bandos. Uno organizó un golpe militar contra el otro, nos sumió en una guerra de tres años y en una dictadura de casi cuarenta años, nos fabricó una Transición y una democracia en base a la no existencia de bandos, y ahora nos vienen con esa cantinela y con la reconciliación.
Se nos dice que es el momento de cerrar heridas y de reconciliarse. Desgraciadamente, después de más de setenta años, estamos aún en la fase de recuperar la verdad, en la fase de averiguar dónde están y hasta dónde profundizaron en las heridas. Si cerramos, como se pretende, las heridas en falso, volverán a surgir. No es el mejor tratamiento para la reconciliación, y ésta no será posible sin un reconocimiento previo de la culpabilidad de unos y del sufrimiento y lucha de otros. No nos encontramos en el final del camino, estamos empezándolo y entenderlo así es, a mi parecer, la única forma de que se haga justicia. Para empezar, anulando todas las sentencias de los tribunales franquistas y así erradicar toda legitimidad del mismo, y poder plantear la reparación pendiente, pero no sólo moral como se insinuó en el homenaje a los fusilados. Y como colofón, se mostró solidaridad y apoyo al juez Garzón. Algunos tampoco entendemos este apoyo. Cuando hablamos de recuperación referida a las personas que fueron víctimas políticas por su compromiso político, hablamos también de la recuperación de ese compromiso, de los ideales de transformación social, de planteamientos progresistas… Es la verdadera asignatura pendiente de la recuperación de la memoria. ¿Qué sabe de todo esto el señor Garzón?
Franco murió en 1975, y en 1986 al cumplirse 50 años del golpe de estado franquista, el PSOE boicoteó cualquier intento de recuperación de la memoria. Y ahora, ¿quién justifica este silencio de más de 30 años de la llamada democracia?, ¿es eso lo que se pretende cuando se afirma que vivimos en una democracia asentada?, ¿se quiere realmente recuperar la memoria histórica o simplemente es un lavado de cara para enterrar definitivamente a los fusilados?
Parece como si el apoyo al juez Garzón formara parte de este guión: actuaciones estrella de un juez con un notorio afán de protagonismo, que pone en marcha iniciativas exclusivamente personalistas sin ningún recorrido jurídico. ¿Por qué se queda el juez Garzón en 1952? Desde el sexto gobierno franquista (1951) hasta la aprobación de la Constitución (1978), se han censado 150 personas asesinadas por la policía franquista en diferentes situaciones, o condenadas a muerte y ejecutadas legalmente. ¿Está el juez Garzón dispuesto a investigar todo ello? ¿Cómo se puede apoyar a un personaje así? En mi opinión, no merece el apoyo de ningún colectivo memorialista. No podemos mirar la Historia más reciente como si nada hubiera pasado. ¿Hemos perdido el norte? Probablemente no, lo que sucede, desgraciadamente, es que los caminos por los que transitamos empiezan a ser muy diferentes.
(Noticias de Navarra. 21 / 04 / 2010)