Hace un par de años, Jesús Aranburu ofreció un testimonio de tres horas en Zintzilik Irratia, la radio local de la comarca de Oarsoaldea. Era un relato más sobre la Guerra y el franquismo, una historia similar a la que tantos otros podían contar, pero no fue una entrevista más. No se perdió entre las ondas. No desapareció. Y no lo hizo porque, al otro lado, varios vecinos de Errenteria decidieron tomar el testigo de sus palabras. Tomaron su narración como punto de partida. "¿Por qué no hacer algo?", pensaron. ¿Por qué no luchar para que testimonios como éste no queden en el olvido? Para que la historia de aquellos que han sido olvidados no siga perdida. Oculta. Desconocida. Olvidada.
Y se juntaron. Localizaron y hablaron con varios supervivientes de aquella generación, recopilaron el material que les fue posible encontrar y se volcaron en la organización de lo que siempre fue y ha sido su objetivo principal: un homenaje a las víctimas, "sin distinción de colores", y un reconocimiento del sufrimiento que padecieron. En otras palabras, no olvidarse de aquellos que fueron olvidados. Las reuniones se sucedieron, las ganas se contagiaron y las propuestas se multiplicaron. "Poco a poco, aquella idea inicial se fue convirtiendo en una bola gigante", asegura uno de esos vecinos implicados.
Lo hace desde la Casa Xenpelar de la citada localidad, precisamente ante la muestra que evidencia que todo su esfuerzo ha merecido la pena. En concreto, ante la exposición que, desde el pasado lunes hasta hoy, ha recogido en paneles, documentos y fotografías la historia de la Guerra Civil en el municipio. Documentos e imágenes aportadas por los propios organizadores pero, también, por los propios visitantes. "Mucha gente ha venido con una foto, o con un papel, y lo ha cedido a la muestra", afirman los responsables, que agradecen esa colaboración desinteresada. "Incluso nos han ayudado a identificar a personas desconocidas que aparecían en otras fotografías", añaden.
La clausura de la exposición en el día de hoy no es casual. Al contrario, coincide con el acto más importante de cuantos se han organizado: el reconocimiento por el que tanto han trabajado. Un homenaje "a las personas y organizaciones que lucharon contra el alzamiento franquista" y que será, además, doble. Primero de manera pública, en la Alameda de Errenteria (a las 12.00 horas); y más tarde de forma más íntima, en el Auditorium Niessen (19.00 horas), en este caso con la proyección incluida de algunas grabaciones con testimonios de los protagonistas. Entre ambas celebraciones se ha organizado, asimismo, una comida popular para todos los homenajeados y sus familias.
Se completará así una semana que, bajo el título Recuperar la memoria histórica. Para construir el futuro, ha tratado de "hacer justicia" con aquella generación y de contribuir a que se sepan sus historias. Una semana en la que no han faltado conferencias y proyecciones de vídeo y que pondrá hoy punto y final con su acto más emotivo.
En él, aquellas palabras que pronunció Jesús Aranburu cobrarán más sentido que nunca. Sus recuerdos de la Guerra (contaba con catore años cuando se produjo el levantamiento militar) y sus miserias como prisionero no serán ya un punto de partida, sino una pieza más de ella. Porque, de la mano de ese grupo que entonces cogió su testigo, muchas otras personas darán a conocer sus historias. Sus pasados. Compartirán aquello que quizás antes no compartieron y hablarán de lo que quizás nunca, o casi nunca, hablaron.
Los documentos
Cartas y billetes de tren
Cartas y billetes de tren
Y entonces, probablemente, saldrán a relucir todos esos documentos que han estado expuestos en la Casa Xenpelar. Saldrán los 26 fusilados de Errenteria y los 51 muertos en campo de batalla, los combates de San Marcos, la Compañía Orereta, los batallones de trabajadores, las cartas personales de algunos presos, sus billetes de tren, sus fichas de acceso o salida de un campo de prisioneros, la presencia de mujeres del pueblo en la cárcel de Saturraran... Saldrá todo aquello que debe salir, precisamente, para que no siga en el olvido. La historia se recuerda en boca de sus protagonistas. La de Errenteria es, desde hoy, más real que la de ayer.
(Noticias de Gipuzkoa. 12 / 12 / 09)