385 donostiarras, todos ellos civiles, fueron fusilados por las tropas de Franco; casi 6.000 ciudadanos se movilizaron en las Milicias Antifascistas y en el Ejército Vasco para defender a la República; 776 niñas y niños de la capital guipuzcoana fueron evacuados, la mayoría al Estado francés, Inglaterra o Rusia, y muchos no volvieron jamás; casi 600 personas sufrieron una estancia prolongada de cárcel y fueron dispersados por las prisiones españolas...
Tal como admitió el historiador Iñaki Egaña, todas ésas son cifras desagradables, pero necesarias para comprender el genocidio del franquismo. Por eso, porque quieren poner caras a esos números y homenajear a las víctimas, se reunieron ayer en el Boulevard numerosas personas, entre ellos hijas e hijos de aquellos gudaris y milicianos. Y Egaña, que ha realizado un gran trabajo para sacar a la luz la historia, les dio las gracias «por mantener encendida la llama de la esperanza y transmitir lo mejor» de su generación. «Ahora nos ha llegado el relevo, hasta conseguir una Euskadi libre y emancipada», reivindicó.
«La razón, de nuestra parte»
Aclaró que la Falange no es un partido, sino un movimiento, y como tal está fuertemente anclada en esta sociedad: «En las instituciones, en sus cuarteles y comisarías, en los medios de comunicación, en los bancos, en la actitud de muchos dirigentes, en los juzgados. Falange es la España cañí, Falange es la intolerancia, la prepotencia, el pensamiento único».
Aseguró que aunque se vistan de demócratas, son falangistas y por eso deben ser repudiados. «Y si nos niegan la palabra y el recuerdo, vendrán nuestros hijos y nuestros nietos, porque tenemos la razón de nuestra parte y ellos, nuestros hijos, nuestros nietos, recuperarán la palabra y el recuerdo».
Iñaki Egaña finalizó su discurso recordando la última voluntad de José Luis Arenillas, jefe de Sanidad del Gobierno Vasco fusilado en otoño de 1937: «Muero satisfecho por haber cumplido mi deber como hijo de Euskadi y como adicto a la causa de los trabajadores. Es una baza que hemos perdido en el momento y la pagamos dignos y con tranquilidad. Esperábamos seguir actuando en beneficio de la causa que todos defendemos, pero no ha sido posible. Confío en que ustedes nos sobrevivan y puedan hacer con esfuerzo lo que juntos hubiéramos deseado realizar».
Franco, Hitler y Mussolini
Después de Egaña tomó la palabra el escritor Fito Rodríguez: «Nos quieren ahogar el aliento (...) -explicó en euskara-. Pero no hay matanza que pueda durar para siempre. El recuerdo es la patria que no nos podrán robar nunca (...) Nada es para siempre, ni la vida ni la muerte, pero este 12 de setiembre estamos vivos y nos acordamos de nuestros muertos».
Amaia Zubiria encandiló y emocionó al público cantando la canción «Harri bera» con una fuerza impresionante, y luego habló Felix Soto en nombre de Lau Haizetara Gogoan y la asociación Víctimas del Genocidio, presentada el pasado 5 de setiembre. Hizo hincapié en que el Estado español sigue siendo el segundo país del mundo en número desaparecidos y aseguró que tiene más que toda América Latina: «340.000 en total, de ellos 150.000 desaparecidos todavía, 190.000 fusilados con juicio farsa o sin él, y eso sin contar lo que se estima en unos 30.000 niños desaparecidos».
Criticó que todo esto resulta insólito en un Estado que va a asumir la presidencia de la Comunidad Europea en el año 2010 y que sigue ocultando en el armario la dimensión de la tragedia, como si ésta no existiese. Como ejemplo, indicó que en Alemania, Italia, Bosnia, el Estado francés, Argentina y Chile se ha juzgado a los responsables de los crímenes de lesa humanidad y aquí, sin embargo, no ha resultado posible. «Lo que no lograron ni Hitler ni Mussolini lo consiguió Franco nombrando a su sucesor (Juan Carlos de Borbón)», añadió.
«El derecho está de nuestra parte», insistió Soto, que se reafirmó en el compromiso de «trabajar por la recuperación de los valores democráticos».
Cifras y nombres
En palabras de Iñaki Egaña, el acto sirvió para poner caras a los «feos números». Donostia tenía en 1936 80.000 habitantes y a la entrada de las tropas fascistas quedaron 34.000; el resto huyó hacia Bizkaia o al exilio.
385 fusilados
Una vez ocupada la ciudad 385 donostiarras fueron fusilados, otros 21 murieron gaseados en los campos de exterminio nazis, 418 perdieron la vida en el campo de batalla y 776 niños y niñas fueron evacuados.
(Gara. 13 / 09 / 09)