Ricardo Blázquez y Mario Iceta, obispos de Bilbo; y sus homólogos de Donostia y Gasteiz, Juan María Uriarte y Miguel Asurmendi, hicieron público ayer una carta pastoral bajo el epígrafe ``Purificar la memoria. Servir a la verdad. Pedir perdón'', en la que recuerdan a catorce sacerdotes «ejecutados» por los franquistas en el transcurso de la guerra de 1936. Los prelados no ocultan que su decisión de honrar a quienes fueron pasados por las armas -en algunos casos torturados previamente, y sin juicio ni defensa-, llega tarde; cerca de dos años después de que el Papa beatificara a religiosos fieles al fascismo muertos en la contienda y más de siete décadas del final de la guerra.
El funeral del 11 de julio en la catedral nueva de Gasteiz, subrayan, por los curas «ejecutados por los vencedores» y que «han sido relegados al silencio», trata de ser un «signo visible de este ejercicio de purificación de la memoria». Al margen de las exequias, los obispos acuerdan que se inscriban en los registros diocesanos y los libros parroquiales los nombres de doce de los catorce honrados, ya que los de Martin Lekuona Etxabeguren y Gervasio Albizu Bidaur constan en los libros de la antigua diócesis gasteiztarra -de la que formaban parte Araba, Bizkaia y Gipuzkoa- por orden de Mateo Mujika, prelado que fue expulsado más tarde tras negarse a firmar una carta pastoral a favor de Francisco Franco.
«Queremos pedir perdón e invitar a perdonar. De ninguna manera -aclaran- pretendemos erigirnos en jueces de los demás, sino reconocer ante Dios nuestras limitaciones en el pasado y en el presente». En su misiva, los obispos señalan que desean «mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos».
Los presbíteros a quienes se recordará en el funeral presidido por Asurmendi, Blázquez, Uriarte e Iceta son el oiartzunarra Martin Lekuona Etxabeguren, de 28 años, coadjutor de la parroquia de Errenteria, que fue detenido el 29 de setiembre de 1936 junto a Gervasio Albizu Bidaur, de 65 años, y fusilados el 7 de octubre en Galarreta.
El villabonarra José Adarraga Larburu, de 55 años, fue fusilado el 17 de octubre de 1936 frente a una tapia del cementerio de Hernani, al lado de otro de los recordados: el escritor tolosarra José Ariztimuño Olaso (40 años) Aitzol, que previamente sufrió torturas y humillaciones en la cárcel de Ondarreta. Otro de los curas es el zeanuriarra José Sagarna Uriarte, de 24 años, coadjutor de la parroquia de Berritxu, arrestado el 19 de octubre de 1936 y, sin tomarle declaración, «ejecutado» en un prado cercano a Amalloa, después de ser torturado por franquistas.
Sin juicio y sin acusaciones concretas también fue pasado por las armas el altzarra Alejandro Mendikute Lizeaga, de 45 años. Capellán de una iglesia donostiarra, estuvo diez días detenido en Hernani y luego trasladado a Ondarreta. La noche del 23 al 24 de octubre fue fusilado a la entrada del camposanto hernaniarra. El claretiano José Otano Míguelez, de 45 años y natural de Lerga, también perdió la vida esa noche junto a otros curas.
Al día siguiente, en la noche del 24 al 25 de octubre de 1936, en Oiartzun, caía ante las balas de otro pelotón sublevado el villabonarra José Joaquín Arin Oiarzabal, de 61 años, que fue cura ecónomo de Arrasate hasta su detención el 15 de octubre. Allí también murió el oñatiarra Leonardo Guridi Arrazola, que ejercía de coadjutor de la parroquia arrasatearra. Otra de las víctimas del mismo pelotón de fusilamiento en el camposanto de Oiartzun fue José Markiegi Olazabal, de 40 años. Este sacerdote de Deba, y coadjutor en Arrasate, se dedicó a la traducción al euskara de distintas obras en francés y castellano.
En Oiartzun murió del 27 al 28 de octubre José Ignacio Peñagarikano Solozabal, de Etxebarria, con 64 años.
Celestino Onaindia Zuloaga, markinarra de 38 años, destacó en Elgoibar por su labor de apoyo a los trabajadores, siendo fusilado en la noche del 28 al 29 de octubre de 1936 en Hernani. En la catedral nueva de Gasteiz se rezará también por Jorge Iturricastillo Aranzabal. El elgetarra, de 34 años, fue arrestado el 1 de noviembre del 36 por los fascistas en la localidad gallega de Marín, donde ejercía de párroco. Se le trasladó a la prisión donostiarra de Ondarreta y lo fusilaron el 7 de noviembre en Oiartzun.
La lista de los recordados en el funeral previsto para el 11 de julio por los prelados de Bilbo, Gasteiz y Donostia la completa el carmelita descalzo Román de San José Urtiaga Elezburu, que había nacido en Zaldibar y contaba con 48 años cuando fue «ejecutado», el 16 de mayo de 1937, por las tropas franquistas al tomar el convento de Larrea, en Zornotza.
(Gara. 1 / 07 / 09)