El trabajo a contrarreloj de los voluntarios empeñados en que la dramática historia de Ezkaba no se pierda sigue dando frutos. Ayer se celebró el homenaje que en los últimos años recuerda la epopeya del 22 de mayo de 1938, cuando 795 de un total de más de 2.000 presos se negaron a seguir esperando a la muerte en las galerías del penal. Y entre quienes subieron al antiguo fuerte había alguien muy especial. Se llama Anna Couzi. Vive en una localidad francesa llamada Bessiers, pero su vida quizás empezó en Ezkaba, porque su padre sobrevivió al penal y a la fuga en la que murieron más de 200 compañeros. Sólo tres llegaron a cruzar la muga.
Jobino Fernández era anarquista y minero, de León. Fue capturado en el frente de Bilbo. Y tras huir, ponerse a salvo y pasar dos semanas en el monte -se cree que lo hizo por Orreaga y que fue a parar a Donibane-Garazi-, decidió volver a entrar por Catalunya para seguir luchando. Ahora se ha sabido que falleció en 1995.
Anna Fernández -ahora Anna Couzi al haber tomado el nombre de su marido- es el fruto de su matrimonio con una donostiarra a la que conoció en ese periplo. Hace poco contactó con la editorial Pamiela y con el investigador Iñaki Alforja. Y ayer pisó Ezkaba por primera vez, e hizo saltar lágrimas al destacar el acto de generosidad que supuso aquella fuga masiva abortada a sangre y fuego. Con su aparición y su testimonio se pone otra pieza del puzzle que, quién sabe, igual contribuya a su vez a que aparezcan más.
Los granitos de arena para revivir esta épica historia llegan de todos los sitios. En el acto de ayer, en ese escenario tan especial que conforman los muros y galerías, el grupo de rock Barricada presentó algunas canciones de su próximo disco, que tiene como leiv-motiv la guerra del 36. Tres temas girarán en torno al fuerte cuya sombra domina su barrio, la Txantrea.
(Gara. 25 / 05 / 09)