LA memoria y el olvido son caprichosos. A veces no nos cuesta nada recordar con exactitud escenas que formaron parte de algún momento grato de nuestra vida en un tiempo lejano, un vestido, un olor, un gesto, una palabra, una canción, un rostro..., aunque otras veces, sin entender por qué, somos capaces de olvidarlo. Eso tiene la memoria, que es un terreno frágil y de difícil acceso. Pero casi nunca podemos dejar atrás todo aquello que nos daña. Da igual el tiempo que pase, el dolor cicatriza y se queda, pervive como un mal recuerdo. El dolor en forma de ausencia deja una huella profunda allí donde el vacío se enfrenta con lo que no tenemos. Por ello, cada sábado próximo al 14 de abril, las asociaciones de Familiares de Fusilados y desaparecidos de Navarra vuelven a nombrar a los suyos, exigiendo memoria y no olvido en un gesto que trata de aliviar el dolor callado durante años en un intento de poner voz a los 298 pamploneses fusilados durante la Guerra Civil y a los más de 3.400 navarros asesinados o desaparecidos en ese periodo. La reconciliación no pasa por el olvido. No es cuestión de fijar un día para recordar y el resto mirar para otro lado, pero sigue siendo necesario reivindicar y lo seguirá siendo mientras los cuerpos no reposen cerca de quienes les añoran. La Memoria Histórica no es sólo el título de una Ley, aprobada demasiado tarde, casi 30 años después de la democracia, debería ser un verdadero acto de justicia que saque por fin de la cuneta a los miles de muertos que aún hoy no descansan en paz.
(Noticias de Navarra. 10 / 04 / 09)