La Constitución española es la cárcel del pueblo vasco, opinaba una voz de la izquierda abertzale, y me parece del todo acertado. La Constitución la redactó gente selecta, padres de la Constitución. Uno de ellos, el inefable Fraga, presidente de honor del PP, al que no le interesa hablar de la memoria histórica y por algo será. Todo lo viejo debe morir, para que renazca lo nuevo, en todas los órdenes de la vida. Es decir: ley de vida. El franquismo y sus injusticias no murieron y no pudo nacer la democracia como Dios manda, ni el Estado de Derecho, ni los Derechos Humanos. En resumen, no hubo transición y todo quedó pendiente, habrá que repetir. Los viejos jerarcas se disfrazaron, apoyándose en el ruido de sables, para imponer sus conveniencias y el pueblo español lo secundó, empezando por el Rey, pasando por los poderes fácticos y terminando con la masa del pueblo. No se hizo justicia, ni se anularon ninguna de las injusticias cometidas, no se devolvieron las documentaciones incautadas, ni otras pertenencias, ni se tiene intención de pedir perdón. No se ha reconocido ni a los fusilados ni sus responsables, torturas, trabajos forzados, destierros, etc., y nadie se responsabilizó, ni durante la guerra, ni después, ni ahora. Y se quiere pasar página.
El mundo al revés, los sublevados fusilando a los elegidos democráticamente y éstos sufriendo en el exilio o perseguidos y en listas negras, en el mejor de los casos. ¿En qué cabeza cabe que los familiares de los vencidos por la fuerza bruta traguen con todo el sufrimiento y penurias causado durante 40 años y 30 más con la mordaza puesta y aguanten sin rechistar? Ellos, los vencedores y sus hijos o herederos en la mayoría, se ríen con sus hazañas, provocándonos tanto en los periódicos y las radios, como en las TVs, revistas, libros, mítines o púlpitos. Se ilegalizan partidos abertzales, con más de 70 años de actividad, porque son leales a sus ideales originales dentro de su propio pueblo y, sin embargo, a la Falange Española, minoría en todas los órdenes, se les facilita organizar trifulcas a sabiendas de los desórdenes que a ciencia cierta se sabía que ocurrirían, y de paso follón para la Ertzaintza.
(Deia. 14 / 11 / 08)