"Culpable". El fallo del Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba contra Luciano Benjamín Menéndez y otros siete represores despertó un grito atronador en las afueras de los tribunales- "asesino, asesino" y "justicia, justicia"-, donde familiares de desaparecidos y organizaciones de derechos humanos celebraron la condena a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad contra el ex comandante del Cuerpo III del Ejército por el secuestro, tortura y muerte en 1977 de cuatro jóvenes militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Según los organismos de derechos humanos, el fallo contra Menéndez es uno de los más importantes tras los juicios a la Junta Militar hace dos décadas y el de mayor envergadura en la historia del interior del país tras la anulación de las leyes del perdón en 2005.
A los 81 años, la Justicia tocó por segunda vez la puerta del represor. Menéndez, que no obtuvo el beneficio de la Obediencia Debida promulgada bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, quedó en libertad en 1990 gracias al indulto del ex presidente Carlos Menem, a días de que comenzara su juicio por 47 casos de homicidio, 76 de tormentos, 4 de ellos seguido de muerte y 4 sustracciones de menores. Esta vez no pudo eludirla. Ahora, como reclamó la fiscalía, Menéndez dejará la prisión domiciliaria y culminará sus días en una cárcel común pese a lo avanzado de su edad.
Sin remordimientos
Si para los militantes de los derechos humanos "los represores nunca dejan de serlo", a 25 años del fin de la última dictadura argentina (1976-1983), "El Cachorro" Menéndez no muestra el más mínimo signo de arrepentimiento ni remordimientos por los delitos de lesa humanidad que cometió. Todo lo contrario. En su alegato final, con un hilo de voz apenas, Menéndez reconoció los hechos, pero negó que se tratara de un delito. En cambio, reivindicó la represión que comandó desde septiembre de 1975 hasta septiembre de 1979 en Córdoba. Justificó que la sangre derramada fue para evitar "el asalto (al poder) de la subversión marxista", que buscaba arrancar, según dijo, "el alma de nuestro pueblo".
Como dicta el diccionario represivo, Menéndez repitió varias veces la palabra "guerra" para referirse a los años de plomo. Equiparó los muertos sobre sus hombros con los de "los delincuentes subversivos ensangrentaron el país durante 10 años, en los cuales asesinaron a 1.500 personas", y se quejó de que los argentinos "ostentamos el dudoso mérito de ser el primer país en la historia del mundo que juzga a sus soldados victoriosos que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas contra la guerrilla marxista".
Antes de la sentencia, el represor dijo que confía en que "los guerrilleros del 70 ahora en el poder- en referencia al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner- no puedan imponer su régimen autoritario" y señaló que "antes los terroristas estaban en la ilegalidad, ahora pretenden ser ciudadanos atados a la Constitución".
Entre 1976 y 1983, los años exaltados por Menéndez en lo que se denominó la lucha antisubversiva, la Junta Militar desapareció a 30.000 personas que no gozaron de juicio ni de garantías individuales. Al inicio del juicio que lo condenó, Menéndez pidió ser juzgado "con la ley vigente cuando la subversión marxista inició el ataque armado a la patria".
Expectativa
Pese a ser un juicio emblema tras la anulación de las leyes del perdón, desde que comenzó el proceso el 27 de mayo pasado, los medios de comunicación trataron vagamente el proceso y ocuparon su aire radial y televisivo con el conflicto entre el Gobierno argentino y las patronales agropecuarias.
El jueves, el juicio contra Menéndez tuvo una cobertura acorde a su magnitud. Un centenar de periodistas acreditados siguieron minuto a minuto una sentencia que fue presenciada por familiares de víctimas, representantes de organismos de derechos humanos, el gobernador de Córdoba, legisladores nacionales y provinciales, y el Secretario de Derechos Humanos.En total, unas 5000 personas presenciaron celebraron el fallo en las cercanías de los tribunales cordobeses, donde se apostaron con pancartas con retratos de sus familiares desaparecidos.
Otros siete condenados
Junto a Menéndez, el Tribunal condenó a otros siete ex miembros del Destacamento de Inteligencia 141 que operaba en el Centro Clandestino "La Perla". Se trata de Luis Manzanelli, Oreste Padován y Carlos Díaz, y el ex-agente civil de inteligencia Ricardo Lardone, quienes fueron condenados a cadena perpetua y cárcel común. A su vez, el tribunal sentenció con 22 años de prisión y cárcel común a Hermes Rodríguez y Jorge Ezequiel Acosta, y 18 años para Carlos Vega.
Los ex-militares fueron encontrados culpables del secuestro, la tortura y el asesinato de Humberto Brandalisis, Hilda Palacios, Raúl Cardozo y Carlos Lajas, acribillados por los militares en un simulacro de enfrentamiento en la capital cordobesa en la madrugada del 15 de diciembre de 1977. Fueron enterrados como NN en el cementerio San Vicente. Sólo los restos de Palacios fueron encontrados y restituidos a sus familiares.
A los 81 años, la Justicia tocó por segunda vez la puerta del represor. Menéndez, que no obtuvo el beneficio de la Obediencia Debida promulgada bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, quedó en libertad en 1990 gracias al indulto del ex presidente Carlos Menem, a días de que comenzara su juicio por 47 casos de homicidio, 76 de tormentos, 4 de ellos seguido de muerte y 4 sustracciones de menores. Esta vez no pudo eludirla. Ahora, como reclamó la fiscalía, Menéndez dejará la prisión domiciliaria y culminará sus días en una cárcel común pese a lo avanzado de su edad.
Sin remordimientos
Si para los militantes de los derechos humanos "los represores nunca dejan de serlo", a 25 años del fin de la última dictadura argentina (1976-1983), "El Cachorro" Menéndez no muestra el más mínimo signo de arrepentimiento ni remordimientos por los delitos de lesa humanidad que cometió. Todo lo contrario. En su alegato final, con un hilo de voz apenas, Menéndez reconoció los hechos, pero negó que se tratara de un delito. En cambio, reivindicó la represión que comandó desde septiembre de 1975 hasta septiembre de 1979 en Córdoba. Justificó que la sangre derramada fue para evitar "el asalto (al poder) de la subversión marxista", que buscaba arrancar, según dijo, "el alma de nuestro pueblo".
Como dicta el diccionario represivo, Menéndez repitió varias veces la palabra "guerra" para referirse a los años de plomo. Equiparó los muertos sobre sus hombros con los de "los delincuentes subversivos ensangrentaron el país durante 10 años, en los cuales asesinaron a 1.500 personas", y se quejó de que los argentinos "ostentamos el dudoso mérito de ser el primer país en la historia del mundo que juzga a sus soldados victoriosos que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas contra la guerrilla marxista".
Antes de la sentencia, el represor dijo que confía en que "los guerrilleros del 70 ahora en el poder- en referencia al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner- no puedan imponer su régimen autoritario" y señaló que "antes los terroristas estaban en la ilegalidad, ahora pretenden ser ciudadanos atados a la Constitución".
Entre 1976 y 1983, los años exaltados por Menéndez en lo que se denominó la lucha antisubversiva, la Junta Militar desapareció a 30.000 personas que no gozaron de juicio ni de garantías individuales. Al inicio del juicio que lo condenó, Menéndez pidió ser juzgado "con la ley vigente cuando la subversión marxista inició el ataque armado a la patria".
Expectativa
Pese a ser un juicio emblema tras la anulación de las leyes del perdón, desde que comenzó el proceso el 27 de mayo pasado, los medios de comunicación trataron vagamente el proceso y ocuparon su aire radial y televisivo con el conflicto entre el Gobierno argentino y las patronales agropecuarias.
El jueves, el juicio contra Menéndez tuvo una cobertura acorde a su magnitud. Un centenar de periodistas acreditados siguieron minuto a minuto una sentencia que fue presenciada por familiares de víctimas, representantes de organismos de derechos humanos, el gobernador de Córdoba, legisladores nacionales y provinciales, y el Secretario de Derechos Humanos.En total, unas 5000 personas presenciaron celebraron el fallo en las cercanías de los tribunales cordobeses, donde se apostaron con pancartas con retratos de sus familiares desaparecidos.
Otros siete condenados
Junto a Menéndez, el Tribunal condenó a otros siete ex miembros del Destacamento de Inteligencia 141 que operaba en el Centro Clandestino "La Perla". Se trata de Luis Manzanelli, Oreste Padován y Carlos Díaz, y el ex-agente civil de inteligencia Ricardo Lardone, quienes fueron condenados a cadena perpetua y cárcel común. A su vez, el tribunal sentenció con 22 años de prisión y cárcel común a Hermes Rodríguez y Jorge Ezequiel Acosta, y 18 años para Carlos Vega.
Los ex-militares fueron encontrados culpables del secuestro, la tortura y el asesinato de Humberto Brandalisis, Hilda Palacios, Raúl Cardozo y Carlos Lajas, acribillados por los militares en un simulacro de enfrentamiento en la capital cordobesa en la madrugada del 15 de diciembre de 1977. Fueron enterrados como NN en el cementerio San Vicente. Sólo los restos de Palacios fueron encontrados y restituidos a sus familiares.
(Publico. 24 / 07 / 08)