Multitud de reconocimientos internacionales avalan un trabajo que ya se ha podido ver en televisiones de todo el mundo. Su autora, Montserrat Armengou estará en Eibar para presentar su trabajo sobre Los niños perdidos del franquismo.
- ¿En qué consiste el documental que podremos ver mañana?
- ¿En qué consiste el documental que podremos ver mañana?
- Los niños perdidos del franquismo fue una investigación que hicimos desde finales de los años 90 sobre la situación de los niños en las cárceles franquistas, que era un tema muy poco estudiado. Nosotros siempre decimos que si de la represión franquista todavía hay mucho que estudiar, más aún de las mujeres y de los niños. En un principio nuestra intención era hacer un documental sobre esos niños que nacían en las cárceles franquistas o incluso que entraban con sus madres. Hubo un dato que nos alarmó muchísimo, que era el hecho de que los niños, cuando entraban a las cárceles, no quedaban registrados.
- Pero no quedó ahí.
- Fue a medida que nos fuimos adentrando en la investigación cuando nos encontramos con una cuestión que ni siquiera sospechábamos. Además, algunos de estos niños fueron entregados en adopciones ilegales. El referente que habíamos puesto siempre en Argentina lo encontramos aquí mismo. Se trataba de niños que eran separados de sus madres por varias vías, bien al nacer o cuando cumplían tres años y tenían que salir de la cárcel por una ley idéntica a la que existe hoy en día. No pueden permanecer más allá de los tres años con sus madres en los centros penitenciarios.
- ¿Qué ocurría?
- A partir de ahí empezaba un periplo por centros de auxilio social o de la iglesia donde muchas veces a estos niños se les perdía la pista y terminaban en adopciones irregulares.
- Este documental tuvo una gran repercusión.
- Este descubrimiento fue como destapar una 'caja de Pandora'. Hubo una fuerte convulsión social, estábamos en un momento en el que todavía no se hablaba tanto de la recuperación de la memoria histórica. Se vivía el inicio de ese afán social y cívico por querer conocer y este documental, de un modo u otro, contribuyó en esa recuperación de la memoria histórica. Por una parte está el tema, los niños y por otra parte, que eso lo atribuíamos a otros países.
- Además se da la cercanía de que hablamos de un tema en el que algunas de esas personas todavía están entre nosotros.
- Lamentablemente, cada vez queda menos gente de nuestros documentales. Sin embargo, algunas de las personas que intervienen todavía están vivas. Precisamente dos de las personas que intervienen en el documental y que están vivas, son dos personas muy vinculadas al País Vasco puesto que estuvieron en la cárcel de Saturrarán, una de las cárceles más trágicas en lo que respecta no sólo al trato a las mujeres, algo que sería extensivo al resto de las cárceles del estado español bajo el régimen franquista, sino porque además, en la cárcel de Saturrarán hubo una terrible epidemia de meningitis en la que murieron muchos niños a la vez. Además, en Saturrarán hubo un convoy de niños que fueron separados de sus madres. Nosotros hemos podido recuperar el testimonio de una madre que perdió a su hija en Saturrarán y de una niña que fue separada de su madre a pesar de que, por suerte del destino, ella no fue a parar a una adopción ilegal.
- Para las personas que lo vivieron, recordar estos temas ¿es duro o se podría decir que es terapéutico?
- Yo diría que las dos cosas. Es duro pero a la vez es reparador. A mí me gusta más utilizar la palabra reparación porque es lo que a nivel institucional y a nivel social se puede hacer. La palabra terapéutico es muy indicada pero pertenecería a un ámbito privado de cada uno, sobre cómo gestiona sus problemas o sus traumas. Lo que sí que debe hacer un estado, unas instituciones o un país es aplicar la justicia reparativa, dado que en nuestro contexto de dictadura, transición y estos años de democracia no se ha ejercido la justicia penal. No se ha sentado a nadie en el banquillo como han hecho otros países, sin que sucediera nada. Aquí, una simple tramitación de una ley de memoria histórica parece que nos tiene que abocar a una guerra civil. Sin embargo, en otros países han sido capaces de llevar al banquillo a los criminales de ese periodo dictatorial. Ya que aquí no se ha hecho eso, al menos que haya esa justicia reparativa. Y como eso tampoco se ha hecho, es verdad que el documental tiene un efecto reparador. Que una televisión pública en este caso, se ocupe de este tema ayuda a que esas voces silenciadas se oigan.
- Cuando oye voces que apuestan por correr un velo sobre el pasado, ¿qué cara se le queda a quien ha realizado este documental?
- Yo creo que es una falta de humanidad, por no decir un crimen contra la humanidad. Independientemente de lo que yo piense o lo que me gustaría, está probado por experiencia histórica que los países que no sanean bien su pasado son problemáticos.
- Por ejemplo.
- La democracia tiene problemas, la sociedad no acaba de funcionar bien y se producen desajustes. En ese sentido no entiendo cuál es el problema para mirar claramente al pasado. En el ámbito de Cataluña que es donde yo trabajo más, hemos aprobado una ley de memoria histórica que dicta que cualquier tema que se haga de investigación, de homenaje, reparación, etcétera, debe ocuparse de las víctimas de las dos partes en conflicto. Pero incluso cuando la ley da esas garantías continúa habiendo voces de gente que considera que es peligroso, que es complicado y que no conviene mirar atrás. Ese empecinamiento de no mirar atrás me resulta casi sospechoso y no lo comprendo.
«Cajas y cajas por los suelos»
- Tratar estos temas ¿hace complicado el trabajo con archivos y referencias de aquellos años?
- Es muy complicado. Hay que tener en cuenta que en un trabajo como Los niños perdidos del franquismo, el mismo concepto del título nace con el documental. Y esto no es Argentina donde yo puedo acudir a asociaciones de desaparecidos. Entonces, ya era muy difícil buscar a los mismos protagonistas. Luego, respecto a los archivos, hay una cuestión muy interesante. Muchas veces la gente tiene la impresión de que bucear en los archivos que pueden tener documentación franquista, nos va a acarrear pegas, impedimentos y esto no es así. No hay grandes problemas para acceder a los archivos, el problema es el estado de los archivos. Muchos lugares donde ha habido documentación importante han sido destruídos, deliberadamente o por el paso del tiempo, humedades, incendios, etcétera. Otros han sido destruídos deliberadamente. También hay una cantidad ingente de documentación que todavía no está clasificada ni ordenada, con efectos muy importantes no sólo para el investigador sino para cualquier persona.
- Un ejemplo.
- La cárcel de Yeserías, Madrid, cuando hicimos este documental albergaba una sala enorme de cajas y cajas tiradas por los suelos, con fichas de antiguas cárceles que fueron desapareciendo y esa documentación se llevó allí. Eso estaba al cargo de dos pobres funcionarios de prisiones que con la mejor de las intenciones, lo iban ordenando tanto como podían. Pero eso quiere decir que cuando una persona que en un momento dado quiera buscar la ficha de su madre o de su abuela para cobrar una indemnización económica o para tener una reparación moral, no le van a localizar la ficha. Por eso, el tema de los archivos es mucho más grave que el hecho de que en un momento dado te puedas encontrar un funcionario 'borde' que te ponga problemas. Hay maneras de saltar a ese funcionario 'borde'. Lo que no hay son maneras de afrontar una investigación sobre unos archivos que están, muchos de ellos, en muy mal estado, por no hablar de la documentación que está en manos privadas como es el caso de la Fundación Francisco Franco. Eso también es un gran problema.
(Diario Vasco. 21 / 05 / 08)