Los restos mortales de Cándido Saseta presidieron ayer, a la sombra del árbol de Gernika, el acto de homenaje que le fue tributado con motivo de la conmemoración del 71º aniversario del bombardeo de la villa foral. Junto a él se encontraba la ikurriña que enarbolaba su batallón y que sobrevivió a la guerra para homenajear en tan sagrado lugar a un gudari que luchó por defenderla.
Al acto acudieron familiares de Saseta y varios gudaris que se emocionaron al escuchar las innumerables alabanzas que se escribieron tras la muerte del militar hondarribiarra. "No son invenciones modernas, son manifestaciones que se hicieron en su día" apuntaba José Ramón Enparan, miembro de Kandido Sasetaren Aldeko Taldea, impulsora de la iniciativa. "Era todo un personaje y el hecho de que estuviera tan olvidado era una injusticia tremenda", clama.
Esta agrupación ha logrado hace poco más de un mes recuperar los restos mortales de Saseta, enterrados en Asturias, donde fue asesinado. "El 26 de agosto de 2006 fuimos a Areces a hacerle un homenaje, al lugar conocido como Pradón de los vascos. Allí tuvimos la suerte de que Ramón Valdés, de 87 años, nos dijera que él sabía donde estaban enterrados los gudaris, ya que ayudó a su padre en esa ingrata tarea", recuerda Enparan.
La tumba de Saseta estaba separada del resto de sus hombres. "Estaba en una pequeña zanja, cubierto de piedras", detalla su sobrina Arantza. "Hubo quien le robó la ropa, el tabardo, las botas… pero hemos recuperado las gafas, la estilográfica y dos mecheros que llevaba", se resigna.
reconocimientos
El acto y los premios
Una hora antes del acto celebrado junto a la Casa de Juntas, la memoria del comandante en jefe del Euzko Gudarostea recibió, además, el reconocimiento del Ayuntamiento de Gernika-Lumo con el premio "Gernika por la Paz y la Reconciliación", en agradecimiento a su labor en favor de los derechos fundamentales.
Además de Saseta, el premio también fue otorgado a la keniata Dekha Ibrahim Abdi que impulsó durante la década de los 90 un exitoso modelo de diálogo entre grupos de diferentes etnias en la región keniana de Wajir, azotada por un conflicto bélico durante varias décadas.
Por la tarde se llevó a cabo la tradicional ofrenda floral en el cementerio de Zallo, en cuyo responso participó el recién nombrado obispo auxiliar de Bilbao, Mario Iceta. El gernikarra rezó por las víctimas del bombardeo y recordó cómo también la casa y la tienda de sus padres fue destruida en el ataque aéreo.
También asistieron, además de la totalidad de las autoridades locales, la presidenta del Parlamento vasco, Izaskun Bilbao; el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga; la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Madariaga; o la diputada de Cultura, Josune Ariztondo, entre otras muchas personalidades. La climatología permitió, asimismo, la asistencia de muchos ciudadanos anónimos, algunos supervivientes de la masacre de aquel infausto 26 de abril de 1937, que también quisieron recordar y homenajear a sus fallecidos.
(Noticias de Gipuzkoa. 27 / 04 / 08)