Una y otra vez, semanalmente, desde hace más de seis años, desde esta sección venimos haciendo hincapié en la importancia de preservar el rico patrimonio que tenemos en Navarra. Ocasionalmente, en algo más de una docena de veces, nos hemos centrado en apuntalar determinadas parcelas de la historia política de esta tierra sin entrar a valorar las ideologías ni los símbolos, que no siempre es fácil. Desde la Falange hasta el nacionalismo vasco, pasando por el nacimiento en Navarra del Partido Socialista Obrero Español (1892), la gamazada de los años 1893 y 1894, las primeras elecciones generales de 1977, el referéndum de la Constitución española de 1978, las otras primeras elecciones democráticas municipales y al Parlamento Foral de 1979, la historia del Aberri Eguna desde sus orígenes, o la de Unión del Pueblo Navarro…; a todo ello hemos hecho repaso en esta sección. Y la intención es seguir escribiendo nuevos capítulos de la historia política de Navarra, que para eso es especialmente rica.
Pero hoy vamos a centrarnos en un aspecto muy concreto, tan concreto como ambiguo; en un aspecto que afecta de lleno a nuestra memoria política. Me refiero a la conservación de los documentos políticos: estatutos, actas, manifiestos, comunicados, revistas, panfletos, pegatinas, carteles, etc.
Documentos políticos
Dentro de lo que es la historia en general, obsérvese que gracias a que se han conservado documentos tenemos oportunidad de conocer nuestro pasado. Solo se sabe aquello de lo que se dispone de documentos (escritos, gráficos, etc.) o de restos arqueológicos; partiendo de estas fuentes los historiadores pueden hacer su trabajo. De ahí la importancia de conservar el mayor número posible de documentos.
Y volviendo de nuevo a la documentación política y sindical de Navarra, tenemos que empezar por admitir que este tipo de materiales escasamente está representado en los archivos institucionales. Tenemos que admitir también, además, que los partidos y los sindicatos, salvo raras excepciones, han pecado siempre de no ser capaces de salvaguardar su propia historia. No quiero señalar directamente a ningún grupo en concreto para no sonrojarles, pero todavía hoy, en Pamplona, existe un sindicato que mientras habla de memoria histórica su propio archivo está disperso por el suelo de los sótanos de su sede, a modo de alfombra; otro partido político durante varios años ha dejado que en su propia sede, en el ático, las goteras y la humedad hayan acabado con uno de los mejores archivos políticos que había en Navarra que afectaba, no sólo al partido del que anteriormente se habían escindido sino a otros muchos antiguos partidos; y así podría seguir enumerando casos a cual más penoso. Por no hablar de ese otro partido cuyo líder histórico se fue a Francia con todo el archivo dejándoles sin nada; o ese otro partido a quien la autoridad judicial les confiscó toda la papelería, archivo incluido.
Recuperación
En cualquier caso, pese a este panorama, creo que todavía estamos a tiempo de recuperar una parte importante de todo este patrimonio documental sobre el que descansa la historia política y sindical de las últimas décadas.
Han existido, sobre todo en la época de la transición política, decenas de partidos políticos y de sindicatos que jugaron un papel muy activo e importante, y que sin embargo han desaparecido para siempre. Atrás quedó aquella sopa de letras, siglas y siglas, como AFN, ORT, UJM, LKI, EMK, FN, FEI, FES, EGKL, IAM, IT, AJT, EE, CEDADE, CSUT, SU, LAIA, EGAM, PTE, JGRE, OCE-BR, PCE (m-l), AOA, CRPE, KAS, PSP, ESSEI, USO, OIC y un larguísimo etcétera. Aquellos grupos generaron gran cantidad de documentos (carteles, panfletos, pegatinas, boletines clandestinos, etc.), muchos de ellos se me antoja que es ya imposible recuperarlos, perdidos para siempre; y la mayoría de los que todavía se conservan están dispersos e inaccesibles para los historiadores, posiblemente arrinconados y olvidados en cajas y carpetas de muchos domicilios particulares a la espera de que una nueva generación, la que no los vivió, los arroje a la basura.
Es por ello que hoy quiero poner como ejemplo a uno de estos partidos. Se trata del Partido del Trabajo de España (PTE) y de su grupo juvenil la Joven Guardia Roja de España (JGRE), procedentes del PCE (i), y disueltos ambos en 1980 tras una intensa vida política. Pues bien, un grupo de antiguos militantes de estos dos grupos pusieron en marcha en el año 2005 la denominada "Asociación por la Memoria Histórica del Partido del Trabajo de España y la Joven Guardia Roja de España", con el objetivo claro e inmediato de recopilar, clasificar y garantizar la conservación y acceso público a todos los documentos que editaron. Esta asociación se puso a trabajar localizando a los antiguos militantes, solicitándoles material (si es que conservaban algo), bien para que lo cediesen o bien para digitalizarlo. Trabajan igualmente sobre relatos y testimonios de quienes protagonizaron la existencia de aquellos grupos. No hay que olvidar que esto ahora es posible hacerlo, pero que dentro de unas décadas será imposible.
Con todo ello están haciendo una recopilación histórica del PTE y de todo su entorno organizativo (JGRE, CSUT, ADM, UDS, FDI, etc.) que la difunden a través de una web. Hay que dejar claro que el objetivo final de todo este trabajo es recopilar el máximo posible de documentos y de material para acabar depositándolo en un archivo público que garantice su conservación y su accesibilidad.
Y una vez puesto el ejemplo, sobra decir que esto mismo lo podrían hacer cualquiera de los partidos de aquella época, y también actuales, que quieran recuperar y reivindicar su papel y su protagonismo en la historia. Y cuando digo partidos hablo de grupos políticos, sindicales, feministas, ecologistas, antimilitaristas, asociaciones de vecinos, etc.
Algo queda
De la misma manera que he empezado lamentando y denunciando la situación de algunos de los archivos políticos existentes en Navarra, quiero también decir que hay otros archivos, pocos ciertamente, cuyo panorama es diferente, al menos esa es mi percepción. Pongo ahora como ejemplo al Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), que ha sido capaz de crear un macro archivo de su propio partido en la Sabin Etxea, en Bilbao, aunque ciertamente hubiese estado mucho más completo si en Navarra hubiesen podido recuperar su antiguo archivo. Recuerdo también que HB se preocupó de crear su propio archivo, aunque desconozco que habrá sido de él.
Existen también algunos archivos particulares, y otros semipúblicos, que afortunadamente atesoran importantes lotes de material y documentación política; y digo afortunadamente porque al menos alguien se ha ocupado y se ha preocupado de recoger y de conservar todo este material. Es el caso de unos frailes en Vizcaya, es el caso de la Fundación Sancho el Sabio en Vitoria, es el caso del Archivo de Asociaciones Políticas de Navarra (en el AGN, procedente del Gobierno Civil), y es también el caso de dos importantes colecciones ubicadas en Urraul Bajo y en el valle de Roncal. La primera de estas dos últimas conserva, entre otros materiales, decenas de banderas de la última guerra; y la segunda colección conserva, además de otras banderas de la misma guerra, decenas de miles de pegatinas políticas, y miles de revistas, panfletos, y pequeños carteles, desde mediados del siglo XIX hasta el día de hoy, todo ello bastante documentado en lo que a fechas se refiere, y dotado de un amplio fondo de información en el que se recoge la historia de cada grupo, o de la mayoría de ellos.
No sé tampoco lo que tardaremos en llegar a conocer el Museo del Carlismo, pero sobre este movimiento político hay que recordar también que en Navarra se conservan algunos archivos particulares francamente extraordinarios, que nos aportan documentación desde la primera guerra carlista. Algo similar, pero en menor medida, ocurre con la Falange, de la que se conservan banderas de 1936 (las que se exhibieron en la Plaza del Castillo), la bandera que presidió en Pamplona su acto fundacional en 1935, una fotografía firmada por José Antonio, la colección completa de la revista "Jerarquía", fotografías de los años treinta, y otras muchas cosas. Y del nacionalismo vasco en Navarra se conservan colecciones de documentos bastante completas, al menos de algunos de los grupos, y siempre, como en los casos anteriores, en manos de particulares.
Ya sé que es mucho pedir, pero... ¿no seríamos capaces en Navarra de concentrar todo este material en un archivo institucional, alejado de intereses partidistas, y accesible a cuantos estudiosos quieran?. Queda aquí la propuesta. Mientras tanto invito a la antigua militancia de decenas de partidos y grupos ya extinguidos a que copien de la iniciativa del PTE y de la JGRE. Nuestra memoria política no puede caer en el olvido.
(Noticias de Navarra. 30 / 03 / 08)