Desde el activismo por la liberación sexual consideramos que estos actos son imprescindibles para resarcir una deuda que la sociedad mantiene con quienes sufrieron por ser o parecer diferentes a lo que la heteronorma dicta. El recuerdo de su testimonio es necesario para que la historia no vuelva a repetirse y para impulsar políticas activas contra la represión, la persecución, la condena y hasta la muerte que hoy mismo padecen en otros lugares gays, lesbianas y transexuales.
Pero, dejando esto bien claro, queremos manifestar nuestras críticas al acto de homenaje: no parece que el Consejero haya elegido ni el momento ni el modo ni el lugar más adecuados. No deseamos sospechar que la convocatoria responda a una cuestión meramente electoralista, a la vista de la cercana cita con las urnas.
Por su carga simbólica, podría haber elegido el aniversario del 11 de enero de 1979, cuando se eliminaron de la maldita Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social los actos de homosexualidad, puesto que precisamente se desea recordar a quienes padecieron la brutal represión en aplicación tanto de esa ley, de 1970, como de su precedente Ley de Vagos y Maleantes, que 1954 introdujo la homosexualidad como peligro para la sociedad.
Las instituciones vascas, y especialmente Javier Madrazo, han gestionado demagógicamente cuestiones relativas a la memoria histórica. Basta recordar los cambios de criterio, tras innumerables recursos, sobre las indemnizaciones a las víctimas del franquismo, en un proceso en el que muchas de las personas afectadas no han podido percibir las ayudas. Asociaciones de víctimas del franquismo también han denunciado el rechazo a sus demandas, entre las que figuraba desarrollar un plan de transmisión de la memoria histórica.
Y es que aquí radica la cuestión: los poderes públicos apenas cuentan con las asociaciones interesadas. Lo que realmente les importa es la propaganda y figurar en la fotografía, sin entrar en el fondo de la cuestión. Si Madrazo hubiera contado con la opinión de los grupos que defienden los derechos de gays, lesbianas y transexuales, se habría evitado cualquier sospecha electoralista y partidista. Articular, como se ha hecho en otras comunidades, un órgano consultivo con partidos, sindicatos y entidades que marquen las líneas estratégicas de actuación en estos temas debería figurar en su agenda inmediata.
De todas formas, si podríamos pasar por alto el momento y el modo en que se han convocado el homenaje, tenemos que utilizar el término «sarcasmo» para calificar el hecho de que se realice en un lugar como la cárcel de Nanclares. Salhaketa ha puesto los datos sobre la mesa: en tres años han muerto por causas no naturales 13 personas cumpliendo condena en Nanclares. Durante el último mes han aparecido 2 internas muertas y Salhaketa ha exigido el cierre inmediato del departamento de mujeres. Ya en marzo de 2006 el Ararteko había denunciado las lamentables condiciones de las instalaciones, tras una visita al centro motivada por el elevado número de suicidios. A todo esto hay que sumar el desgarrador testimonio de cuatro presos con enfermedades en fase terminal que siguen encarcelados en Langraiz porque ninguna institución les acoge en sus últimos días. Sólo aspiran a pasar sus últimos días fuera de la cárcel. «La cárcel es muy dura, pero también los rechazos que sufres hasta para buscar un sitio para morir. No me quiero morir en Nanclares», ha declarado uno de ellos. Sólo esperan salir para dar un paseo o tomar una cerveza. Terrible.
Madrazo, al parecer, pretende que al asistir a Langraiz miremos hacia otro lado o que cerremos los ojos. Allí mismo, detrás del muro donde tal vez se descubra una placa, mucha gente está sufriendo demasiado. Tenemos que seguir denunciándolo. Aunque sólo sea por solidaridad. Personas homosexuales y transexuales a lo largo de la historia hemos compartido, y aún compartimos en muchos lugares del mundo, los mismos maltratos, las mismas condiciones infrahumanas y las mismas celdas que esta población encarcelada. Es el mismo sistema opresor el que nos condenaba, hasta hace nada, y el que sigue condenando a toda esta gente. No es casual que a homosexuales, rufianes y mendigos la misma ley nos apartara del «ciudadano común» con idéntico castigo y con idéntica rehabilitación mediante trabajo forzado. Conviene recordar: en junio de 1978 dio inicio en Bilbo la «Semana de los Marginados», organizada conjuntamente por la Coordinadora de Presos en Lucha y EHGAM, con la exigencia de abolición de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, el indulto general y el fin de la discriminación. Los actos comenzaron con la recogida de ropa para los reclusos de la cárcel de Basauri e incluyeron charlas en torno a la marginación social y a los presos sociales. Todo esto, pues, nos viene de lejos.
Consideramos que el mejor homenaje que podrían recibir hoy en día las personas perseguidas, represaliadas y encarceladas durante el franquismo por su orientación sexual sería la inmediata intervención en Langraiz, para humanizar y dignificar las condiciones de vida de las personas presas, cerrar el módulo de mujeres y excarcelar, al menos, a las personas enfermas en fase terminal. Dado que no nos parece que el acto vaya a dejarse para una mejor ocasión, esperamos que mañana Javier Madrazo realice un gesto: que ofrezca a estos cuatro presos en fase terminal una residencia sin barrotes en la que puedan respirar un poco o un mucho de libertad.
(*) Además de Julen Zabala suscriben el texto Imanol Alvarez, Txerra Bolinaga, Mikel Martin, Jaime Mendia, Iñaki Queralt y José Ignacio Sánchez.
(Publicado en "Gara" el 02/02/08)