"Cuando en plazo próximo todo Navarra sea socialista, se podrá decir que entre los esfuerzos heroicos y generosos de tanto compañero anónimo hubo uno verdaderamente decisivo: La propaganda de Julia Álvarez (...). Pocas personas habrá como ella que tengan la virtud de agitar a los pueblos con el solo anuncio de su llegada. Para los caciques, Julia es la mala, el enviado de Satán. Para el pobre, en cambio, Julia es la voz de la esperanza y de la verdad que flagelará al eterno déspota y que lo pondrá al descubierto y en ridículo delante de sus mismos siervos".
En estas palabras, escritas por el socialista Ricardo Zabalza el 23 de septiembre de 1932, se esconde buena parte del legado y de las virtudes que durante sus 44 años de existencia destiló la villafranquesa Julia Álvarez Resano. A estos dos amigos, unidos durante años en los mítines por toda Navarra y en la lucha política en Madrid, sólo un pasaje de barco en Alicante, el 28 de marzo de 1939, les separó del mismo destino. Ricardo fue hecho preso en el puerto y fusilado en 1940. Julia se exilió y murió de hemorragia cerebral en México, abandonada por su partido, el PSOE. Ambos fueron héroes anónimos y víctimas de una Dictadura que se encargó de borrarles de la memoria colectiva. El libro "Julia Álvarez Resano. Memoria de una socialista navarra (1903-1948)" , trata ahora de saldar parte de esa deuda.
Nacida el 10 de Agosto de 1903, en el seno de una familia con tres hermanos y sin problemas económicos (su padre era el responsable de la presa del río Aragón entre Marcilla y Villafranca), Julia Álvarez Resano comenzó pronto a destacar entre hombres y mujeres por su inteligencia y con sólo 26 años había obtenido ya los títulos de Magisterio y Derecho, llegando a conseguir incluso el número uno de las oposiciones a maestra en 1923.
Tras su paso por varias escuelas de la zona (Vizcaya y Murchante) recaló en su localidad natal, donde todas las alumnas la recuerdan como "una mujer, activa, valiente y muy inteligente", con cierto arraigo religioso y que, además, se preocupaba mucho por los pequeños. De la mano de su mentor, Nicolás Jiménez, creó una academia gratuita para los jóvenes más desfavorecidos que querían estudiar Bachiller y junto con otros compañeros maestros (Sixto, Carlos y Dolores Alonso y Pilar Jorge) comenzó a adentrarse en el socialismo.
Ascenso político
A partir de ese momento su ascenso fue fulgurante. Pese a que la mujer aún no podía ejercer su derecho al voto tras la proclamación de la Segunda República, hacia mayo de 1931 sus mítines por toda la Ribera, de la mano de Tiburcio Osácar y Ricardo Zabalza, fueron una constante. Cadreita, Buñuel, Ribaforada, Corella, Cortes, Fustiñana, Castejón, Cascante o Murchante la recibían con los brazos abiertos; no en vano, "El Eco del Distrito" definía a la maestra villafranquesa como "promesa y esperanza del resurgir democrático de España", ante una cita en el Teatro Cervantes en Tudela. Pronto su voz llegaba ya a Pamplona, La Rioja, País Vasco o Aragón.
Apenas un año después de haber comenzado a destacar en política, el 25 de septiembre de 1932, el PSOE le rindió, en su propia casa, el mayor homenaje que se haya realizado a ningún socialista. Más de 3.000 personas llegaron en autobuses, pagando 5 pesetas por billete, desde diversas localidades de Navarra hasta la plaza de Villafranca, donde Julia Álvarez recibió dos regalos, El Capital (Carlos Marx) de parte del partido y un ramo de flores de sus alumnas. Mientras, en la plaza, los obreros de UGT cantaban jotas en corrillos, "soy hijo de Monteagudo y he venido a saludar a la compañera Julia y a nuestra Unión General".
Su progresión fulgurante no pasó desapercibida a las altas instancias y en las elecciones de noviembre de 1933 se presentó como candidata al Congreso por el PSOE en las provincias de Navarra y Guipúzcoa. Sin embargo, nadie es profeta en su tierra y los 21.119 y 20.049 votos conseguidos respectivamente en las urnas no le bastaron para viajar a la puerta flanqueada por los leones en la Carrera de San Jerónimo en Madrid.
Pese a ello, la figura de Julia no decayó si no, muy al contrario, fue ganando en relevancia tanto en el mundo de la política como en el de la abogacía. En este último aspecto, 1934 fue especialmente relevante ya que el frustrado intento de revolución de octubre de 1934 dio con muchos compañeros socialistas en la cárcel, entre otros con el propio Ricardo Zabalza, ya por entonces uno de los máximos dirigentes de la UGT. Julia fue determinante en los numerosos juicios que se llevaron a cabo y consiguió sacar de prisión al propio Zabalza. Este hecho, unido a la presión que vivía en Villafranca ("el caciquillo de menor cuantía que es propietario de la casa en que vivía fue el causante de que tuviera que hacer unas oposiciones para marcharme a cualquier sitio, porque me echó de la casa a sabiendas de que no me arrendarían otra por miedo al infierno", narraba en una carta), le hicieron tomar la decisión de marcharse a Madrid, donde pasó a ser asesora de la oficina jurídica de la FTT (Federación de Trabajadores de la Tierra) y directora del centro Rosario de Acuña en Madrid.
Viaje a Madrid
La capital (a donde se desplazó con toda su familia) cambió su vida y le permitió entrar en la política de primer nivel. A finales de 1935 contrajo matrimonio con otro abogado socialista, Amancio Muñoz de Zafra, conocido en su Murcia natal como el Lenin Cartagenero , por su encendido empuje y su paso por la alcaldía de Cartagena.
El 26 de enero de 1936 se le designó como número 2 en la lista del Frente Popular por Madrid para las cruciales elecciones de Febrero de 1936 (se buscaba arrebatar el gobierno a la derecha que lo había ocupado durante tres años). Consiguió 98.099 votos y su acta de diputado, al igual que lo haría su marido, que salió elegido por Murcia. Este hecho curioso de ser elegidos los dos diputados y su costumbre de sentarse siempre juntos y caminar de la mano hizo que se les conociera en el Congreso como Los Reyes Católicos , tal y como relata Manuel Azaña, último presidente de la República, en sus memorias.
El papel de la mujer tuvo tanta relevancia en aquella victoria de la izquierda que, para celebrarlo, se organizó un mitin de agradecimiento en la plaza de Las Ventas de Madrid el 8 de Marzo de 1936. Ante un auditorio lleno de esperanza y alegría, la socialista Julia Álvarez Resano y la comunista Dolores Ibárruri celebraron la victoria del Frente Popular. Julia, con el puño en alto, comenzó su discurso con estas palabras: "En los mítines, en las reuniones, hasta en las calles, los hombres decían: venir, mujeres, venir a nosotros para defender la República. Y hemos venido y hemos triunfado y aquí estamos".
El estallido de la Guerra Civil llevó a Amancio al frente y a la política villafranquesa a puestos de mayor responsabilidad. Al tiempo, en la retaguardia, su tío Juan Resano, propietario de una tienda de ultramarinos en la localidad ribera de Villafranca, recibía palizas y humillaciones y era obligado a gritar, refiriéndose a su sobrina: "¡Muera la puta del Congreso!". Antes de que acabara el año 1936 sería fusilado.
En julio de 1937, el presidente Juan Negrín, a propuesta de Julián Zugazagoitia, nombró a Julia Álvarez Gobernadora Civil de Ciudad Real (importante bastión de la retaguardia republicana), sin darse cuenta que estaba haciendo historia al ser la primera mujer que accedía a ese puesto. Allí, las rencillas entre comunistas y socialistas pronto le pasaron factura y apenas siete meses después sus propios compañeros del PSOE pidieron su cese por su "mala acción política" y "sectarismo reaccionario", bajo lo que se escondía un no plegarse a las imposiciones del PSOE en esta provincia. Hecha pública su dimisión ocupó otros puestos de gran relevancia en el gobierno al tiempo que seguía acudiendo a las reuniones del Congreso en su diáspora hacia la costa huyendo de las tropas de Franco.
Hacia el exilio
La muerte de su marido en Gerona, en 1938, no le restó un ápice de fuerza y empuje y el 28 de Marzo de 1939 abandonó España desde el puerto de Alicante rumbo a Francia, para iniciar un duro exilio. A su espalda quedaban cerca de 12.000 personas que no pudieron coger el último barco.
Figura clave en el exilio republicano (colaboradora de Juan Negrín e integrada en el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles) sufrió la marginación de pertenecer a una facción socialista que propugnaba el mantenimiento de la unidad entre comunistas y socialistas que había dado la victoria al Frente Popular en 1936. Pero para Indalecio Prieto (que lideraba la otra facción y que había aglutinado a los seguidores de Largo Caballero) esta unión con los defensores del régimen de Moscú estaba sirviendo a Gran Bretaña y a Francia para no prestar la ayuda necesaria para que España volviera a ser una República.
Dentro de los pocos datos que hay de las reuniones del Congreso de los Diputados en el exilio y de las que mantuvo el propio PSOE, se conoce poco la actividad de Julia Álvarez en Francia. Apenas algunos escritores le incluyen entre los asistentes a esos encuentros y se conoce que su hermano, Miguel, murió en uno de los campos de concentración que los franceses habilitaban para los refugiados españoles.
Una de las escasas referencias es la del británico Gillespie, que recuerda su figura señalando que "había trabajado en actividades de apoyo a los refugiados y en la organización de evacuaciones a América en 1939, se había visto traicionada por las autoridades y detenida, pero se había escapado y convertido en guerrillera". Sin embargo, no hay ningún documento al respecto.
Tras diversos congresos y enfrentamientos, la facción de Negrín, con Julia Álvarez a la cabeza, fue expulsada del PSOE, sin ningún tipo de miramientos, en 1946. Era el fin de 16 intensos años de lucha socialista para la villafranquesa que no vio otra salida que escapar de Francia y refugiarse en México, donde moriría en su despacho de abogado en 1948 víctima de una hemorragia cerebral.
La única nota que apareció en la prensa tras su fallecimiento fue en el periódico Lanza , de Ciudad Real, en plena posguerra y bajo la dictadura de Franco: "Nuestra provincia, aparte de tener la desdicha de haber estado sometida al yugo rojo, tuvo la desgracia de tener una gobernadora marxista. Pues bien, Julia Álvarez Rexano ha fallecido en Méjico, según noticias fidedignas".
En el país azteca quedó su cuerpo y también su memoria. A partir de entonces Julia Álvarez Resano pasó a ser un tema casi tabú, del que sólo se hablaba en la intimidad y la seguridad del hogar, o en las reuniones clandestinas de socialistas riberos. Pasados 60 años desde su muerte su biografía, "Julia Álvarez Resano. Memoria de una socialista navarra (1903-1948)" (Pamiela, 2008) trata de devolver la relevancia que merece a una de las mujeres más significadas y significativas de la historia reciente de Navarra y de España. Su vida no sólo es el retrato de una época y una generación perdida, sino también la reivindicación de miles de héroes anónimos.
(Noticias de Navarra. 17 / 02 / 08)