El próximo sábado día 31 de Marzo se cumplirá el 70 aniversario de los asesinatos de Azazeta. Ese dia desde AHAZTUAK 1936-1977 , a las 12:30 h. y en la llamada "PLaza de Los Guardias" realizaremos un homenaje a todos los presos politicos de lo que fue la cárcel vitoriana de La Paz, en funcionamiento hasta 1973.
A finales de marzo de 1937, el Director del Alzamiento fascista, Emilio Mola, llegó a Vitoria para ultimar los preparativos de la ofensiva militar que estaban a punto de lanzar en el Frente Norte. Tras fracasar en sus primeros intentos por tomar Madrid y después de salir derrotados en Guadalajara, los golpistas centran todas sus fuerzas en atacar y someter los territorios vascos que, junto a Santander y Asturias, todavia resistían a las tropas golpistas sublevadas contra la democracia republicana.
Las órdenes del llamado "Director" eran claras: la campaña no se iba a desarrollar únicamente en el frente de guerra y no bastaba con sembrar el terror en la zona enemiga. También era necesario actuar en la retaguardia, pues segun sus planteamientos con el recrudecimiento de la práctica represiva se evitaría cualquier intento de disidencia en la zona bajo control fascista. Y para conseguir ese efecto inmovilizador en la sociedad, el plan franquista incluía más fusilamientos de presos: los cálculos de Mola pedían por lo menos sesenta muertos en la capital alavesa. Así se lo hizo saber este a las autoridades vitorianas que junto a falangistas y requetés se reunieron el 30 de Marzo en la sede carlista de la "Hermandad Alavesa" para elaborar la lista de los que debían ser sacados de la cárcel para ser asesinados. Desde Agosto de 1936 se iban produciendo las ejecuciones fascistas en Gasteiz, pero ahora había una petición expresa de los mandos militares para aumentar el ritmo. Esa misma noche, fue sacado de la carcel el preso Teodoro Bazán para ser fusilado, sólo era el trágico preludio sanguinario de la masacre que llevarían a cabo al día siguiente.
La noche del miércoles 31 de Marzo de 1937 fueron sacados de la prisión vitoriana de "La Paz" un total de 16 presos para ser ejecutados en el Puerto de Azazeta. Un piquete de falangistas, requetés y guardias civiles dirigidos por el fascista vitoriano, Bruno Ruiz de Apodaca se presentó en la prisión de calle La Paz. El jefe de Servicios de la prisión, Galo Zabalza, vestido de falangista junto con el oficial de prisiones Gandara fueron los encargados de sacar de sus celdas a los prisioneros. A los 16 presos se les exigió que firmasen un escrito en el que constaba que eran puestos en libertad. El Delegado de Orden Público, Joaquín Pelegrín, firmaba la orden. Esa falsa puesta en libertad era la sentencia de muerte para los 16 presos que fueron maniatados y distribuidos en dos camiones aparcados en la puerta de la carcel, en los que fueron conducidos al lugar del crimen, de La Paz a la muerte.
Las 16 personas asesinadas en aquella masacre fueron: José Luís Abaitua Pérez, Víctor Alejandre Angulo, Casimiro Cerrajería Izurraín, Eduardo Cobo González, Manuel Collel Aguila, Jaime Conca Amorós, José Domingo San Vicente, Jesús Estrada Abalos, Juan Francisco Díaz de Arcaya Lopez de Aberasturi, Antonio García Bengoetxea, Daniel García de Albéniz Azazeta, Francisco Garrido Saéz de Ugarte, Constantino González Santa María, Teodoro González de Zarate Sáez, Prisco Hernáez Arejola y Manuel Hernández Ibáñez de Garayo.
Al día siguiente en la carcel de La Paz comunicaron a los familiares que los presos habían sido puestos en libertad, sin darles más explicaciones. Mientras las cínicas respuestas de las autoridades se limitaban a darlos por desaparecidos, la angustia de los allegados crecía por momentos y se temían cual había sido el verdadero desenlace de esa falsa "orden de excarcelamiento". Las dudas se disiparon cuando por mediación del sacerdote Pedro Anitua, persona cercana a las familias de algunos de los fusilados, contactaron con el Padre Recalde, que había sido el sacerdote que los fascistas se habían llevado a Azazeta para confesar a los presos antes de ser ejecutados. Este jesuita guardaba varios objetos personales (anillos, colgantes, monedas...) que los asesinados le habían dado en sus últimos momentos de vida, así como algún mensaje de despedida para sus esposas e hijos. Existen testimonios que narran como a los pocos dias del asesinato múltiple se presentó una persona en la joyería de la que era propietario uno de los fusilados con la intención de vender un anillo, que resultó ser el anillo del propio asesinado y dueño de ese establecimiento.
El primer forense que visitó la fosa común a los pocos días del crimen, certificó que algunos de los presos habían sido enterrados todavía vivos. El Padre Recalde relató como habían sido los últimos momentos de los ejcutados: maniatados de dos en dos, eran llevados desde la camioneta al bosque, allí eran desatados, confesados uno a uno y después, ejecutados. Los 16 cuerpos fueron enterrados en una fosa común, a unos 100 metros de distancia de la carretera que sube al puerto de Azazeta, a la altura del Km 16. A los cinco años aproximadamente, rescataron los restos de tres de los fusilados: Gonzalez de Zarate, Abaitua y Collel fueron trasladados al cementerio de Santa Isabel en Vitoria, formalizando así su defunción. Algunos familiares de los otros asesinados se negaron a participar en esa exhumación mientras las autoridades franquistas no dejaran claro el motivo por el cual estaban allí enterrados, prefirieron mantenerlos como "desaparecidos" que permitir que constaran en los registros como "fallecidos" sin el reconocimiento de las autoridades de que habían sido asesinados.
Fue en el verano de 1978 cuando se rescataron de esa fosa común los restos de los trece fusilados que allí quedaban, estos fueron llevados al cementerio de El Salvador, a escasos kilometros de la capital alavesa. La petición de traslado y reinhumación fue realizada al Gobernador Civil de Alava el 21 de Julio de 1978 por Joseba Azkarraga en nombre del Araba Buru Batzar. Pedro Anitua prestó declaración y se ofreció como testigo para constatar los hechos ocurridos en 1937 y certificar el lugar donde todavia estaban enterrados 13 de los 16 fusilados. El 3 de agosto de 1978 fueron trasladados todos los restos en un solo feretro a la manzana 132, número 114 del cementerio de El Salvador. La lápida que señala lel lugar donde se encuentra el osario dice asi:
"Muertos en el Puerto de Azaceta, la noche del 31 de Marzo de 1937, víctimas de la guerra civil"
Las órdenes del llamado "Director" eran claras: la campaña no se iba a desarrollar únicamente en el frente de guerra y no bastaba con sembrar el terror en la zona enemiga. También era necesario actuar en la retaguardia, pues segun sus planteamientos con el recrudecimiento de la práctica represiva se evitaría cualquier intento de disidencia en la zona bajo control fascista. Y para conseguir ese efecto inmovilizador en la sociedad, el plan franquista incluía más fusilamientos de presos: los cálculos de Mola pedían por lo menos sesenta muertos en la capital alavesa. Así se lo hizo saber este a las autoridades vitorianas que junto a falangistas y requetés se reunieron el 30 de Marzo en la sede carlista de la "Hermandad Alavesa" para elaborar la lista de los que debían ser sacados de la cárcel para ser asesinados. Desde Agosto de 1936 se iban produciendo las ejecuciones fascistas en Gasteiz, pero ahora había una petición expresa de los mandos militares para aumentar el ritmo. Esa misma noche, fue sacado de la carcel el preso Teodoro Bazán para ser fusilado, sólo era el trágico preludio sanguinario de la masacre que llevarían a cabo al día siguiente.
La noche del miércoles 31 de Marzo de 1937 fueron sacados de la prisión vitoriana de "La Paz" un total de 16 presos para ser ejecutados en el Puerto de Azazeta. Un piquete de falangistas, requetés y guardias civiles dirigidos por el fascista vitoriano, Bruno Ruiz de Apodaca se presentó en la prisión de calle La Paz. El jefe de Servicios de la prisión, Galo Zabalza, vestido de falangista junto con el oficial de prisiones Gandara fueron los encargados de sacar de sus celdas a los prisioneros. A los 16 presos se les exigió que firmasen un escrito en el que constaba que eran puestos en libertad. El Delegado de Orden Público, Joaquín Pelegrín, firmaba la orden. Esa falsa puesta en libertad era la sentencia de muerte para los 16 presos que fueron maniatados y distribuidos en dos camiones aparcados en la puerta de la carcel, en los que fueron conducidos al lugar del crimen, de La Paz a la muerte.
Las 16 personas asesinadas en aquella masacre fueron: José Luís Abaitua Pérez, Víctor Alejandre Angulo, Casimiro Cerrajería Izurraín, Eduardo Cobo González, Manuel Collel Aguila, Jaime Conca Amorós, José Domingo San Vicente, Jesús Estrada Abalos, Juan Francisco Díaz de Arcaya Lopez de Aberasturi, Antonio García Bengoetxea, Daniel García de Albéniz Azazeta, Francisco Garrido Saéz de Ugarte, Constantino González Santa María, Teodoro González de Zarate Sáez, Prisco Hernáez Arejola y Manuel Hernández Ibáñez de Garayo.
Al día siguiente en la carcel de La Paz comunicaron a los familiares que los presos habían sido puestos en libertad, sin darles más explicaciones. Mientras las cínicas respuestas de las autoridades se limitaban a darlos por desaparecidos, la angustia de los allegados crecía por momentos y se temían cual había sido el verdadero desenlace de esa falsa "orden de excarcelamiento". Las dudas se disiparon cuando por mediación del sacerdote Pedro Anitua, persona cercana a las familias de algunos de los fusilados, contactaron con el Padre Recalde, que había sido el sacerdote que los fascistas se habían llevado a Azazeta para confesar a los presos antes de ser ejecutados. Este jesuita guardaba varios objetos personales (anillos, colgantes, monedas...) que los asesinados le habían dado en sus últimos momentos de vida, así como algún mensaje de despedida para sus esposas e hijos. Existen testimonios que narran como a los pocos dias del asesinato múltiple se presentó una persona en la joyería de la que era propietario uno de los fusilados con la intención de vender un anillo, que resultó ser el anillo del propio asesinado y dueño de ese establecimiento.
El primer forense que visitó la fosa común a los pocos días del crimen, certificó que algunos de los presos habían sido enterrados todavía vivos. El Padre Recalde relató como habían sido los últimos momentos de los ejcutados: maniatados de dos en dos, eran llevados desde la camioneta al bosque, allí eran desatados, confesados uno a uno y después, ejecutados. Los 16 cuerpos fueron enterrados en una fosa común, a unos 100 metros de distancia de la carretera que sube al puerto de Azazeta, a la altura del Km 16. A los cinco años aproximadamente, rescataron los restos de tres de los fusilados: Gonzalez de Zarate, Abaitua y Collel fueron trasladados al cementerio de Santa Isabel en Vitoria, formalizando así su defunción. Algunos familiares de los otros asesinados se negaron a participar en esa exhumación mientras las autoridades franquistas no dejaran claro el motivo por el cual estaban allí enterrados, prefirieron mantenerlos como "desaparecidos" que permitir que constaran en los registros como "fallecidos" sin el reconocimiento de las autoridades de que habían sido asesinados.
Fue en el verano de 1978 cuando se rescataron de esa fosa común los restos de los trece fusilados que allí quedaban, estos fueron llevados al cementerio de El Salvador, a escasos kilometros de la capital alavesa. La petición de traslado y reinhumación fue realizada al Gobernador Civil de Alava el 21 de Julio de 1978 por Joseba Azkarraga en nombre del Araba Buru Batzar. Pedro Anitua prestó declaración y se ofreció como testigo para constatar los hechos ocurridos en 1937 y certificar el lugar donde todavia estaban enterrados 13 de los 16 fusilados. El 3 de agosto de 1978 fueron trasladados todos los restos en un solo feretro a la manzana 132, número 114 del cementerio de El Salvador. La lápida que señala lel lugar donde se encuentra el osario dice asi:
"Muertos en el Puerto de Azaceta, la noche del 31 de Marzo de 1937, víctimas de la guerra civil"
Los términos empleados no parecen los más exactos para describir una ejecución múltiple de presos, pero hay que tener en cuenta el contexto político del verano de 1978, en plena "transición a la democracia" donde eran evidentes las dificultades para denunciar la represión franquista. Apreciaciones aparte, la información de la lápida es incompleta, ya que en la placa aparecen sólo 12 nombres, cuando es sabido que los restos mortales que allí descansan corresponden a 13 personas. Uno de los ejecutados en Azazeta, Manuel Hernandez Ibañez de Garayo, no ha quedado reflejado en la inscripción, y en el caso de Prisco Hernaez Arejola, su apellido ha quedado incorrectamente grabado, en la lápida pone Hernandez en lugar de Hernaez.
Hay un dato que hace pensar que el número de prisioneros "paseados" aquel día podría haber sido mayor: los apellidos de las personas fusiladas están comprendidos alfabéticamente entre las letras A y H, entre ellos el que era el alcalde vitoriano por Izquierda Republicana y algun concejal. Pero los 16 apellidos están comprendidos entre la A y la H, esta situación hace suponer que sólo eran un tercio de la lista de muerte completa definida el día anterior, además Mola había pedido 60 ejecuciones. Si en lugar de haber contado aquella noche con dos camionetas, los fascistas hubieran dispuesto de más vehículos, quizás estaríamos hablando de más muertes en Azazeta aquella noche. Tal vez consideraron más que suficiente el impacto social que provocó en Vitoria este fusilamiento masivo y no continuaron con el resto de nombres del listado, el hecho es que las "sacas" de prisioneros de La Paz se interrumpieron durante tres semanas. Hasta el 20 de abril, ese día retomaron la práctica asesina con el fusilamiento de dos personas, el 21 de abril otros 5 presos fueron sacados y fusilados en Urbina y muchos más durante los siguientes meses, alrededor de 350 alaveses fueron asesinados por los fascistas. Pero en lo que a número de víctimas de una misma actuación represiva se refiere, lo ocurrido en Azazeta entre el 31 de Marzo y el 1 de Abril de 1937 significa la mayor masacre de civiles cometida en Araba por los aparatos franquistas.
Se cumplen pues 70 años de una jornada trágica para Gasteiz y también para el conjunto de Euskal Herria. Ese mismo 31-3-1937 las tropas fascistas comenzaron su campaña de terror y muerte por diversas poblaciones vascas, y con la ayuda de sus aliados italianos y alemanes bombardearon Elorrio y Durango. Aquella misma mañana la lluvia de bombas acabo con la vida de más de 300 personas en Durango. Ataques fascistas contra la población civil que continuaron, tanto en el frente de guerra como en la retaguardia, se sucedieron más bombardeos indiscriminados en Aramaiona, Otxandio, Lamiako, Galdakao, Sondika, Bilbao, Eibar, Gernika... La represión fascista que comenzó con el golpe de estado de 1936 no acabó con la guerra sino que continuó durante 40 largos años de dictadura y significó el mayor ataque contra los derechos humanos, civiles y polticos que ha sufrido este Pueblo y todos los Pueblos del estado español y sus ciudadanos. La represión franquista significó fusilad@s, fosas comunes, desaparecid@s, tortura, carcel, persecución, explotación económica, trabajos forzosos, exilio...Miles de víctimas, miles de historias que hay que recuperar, como hay que recuperar también los "lugares de memoria" como la Prisión de la calle La Paz. Lugar de la memoria, al igual que la Iglesia del Carmen, el Asilo de la Nieves, la Plaza de Toros, el Convento de los Padres Paules en Murgia, el Campo de Concentración de Miranda de Ebro... Numerosos centros habilitados en los que encerraron a cientos de vitorianos. Pero el símbolo de la represión franquista en Gasteiz es por excelencia la Prisión de La Paz, que estuvo en funcionamiento hasta el 11 de Julio de 1973, día en que los últimos presos de esta carcel vitoriana fueron trasladados a la Colonia Penitenciaria de Nanclares de la Oca, asentada sobre lo que fue el Campo de Concentración situado en esa localidad alavesa.. La prisión de La Paz fue demolida en 1975, y tras unos años de provisionalidad, en 1978 comenzaron la edificación de la carcel de Nanclares, inaugurada en 1981.
Por eso desde AHAZTUAK 1936-1977 queremos homenajear a tod@s los pres@s polític@s que pasaron por La Prisión de La Paz, en el día en el que se cumple el 70 aniversario de la masacre de Azazeta. Para nosotr@s la carcel de La Paz es el símbolo de todos los represaliados alaveses, por lo que queremos recordar a los que sacaron de allí para ser fusilados en 1937 y también recordar a todos los que pasaron por sus celdas en las décadas posteriores.
Hacer memoria es hacer justicia, este es el planteamiento de AHAZTUAK 1936-1977. Porque la buena memoria permite aprender del pasado y el único sentido que tiene la recuperación del pasado es que sirva para la transformación del presente y para construir un futuro mejor.